Tiene la sonrisa un poco más extendida que de costumbre. Es que Laura Montania viene de recibir el título de Doctor Honoris Causa de la UNIBE en México.
«Ni en sueños hubiera imaginado algo así. No lo busqué; me llamaron», dice orgullosa esta mujer de 49 años, nacida en Montecarlo, que pronuncia la «elle» con esmero. Hace 24 años desarrolla su experiencia como terapeuta de Acupuntura Bioenergética y Moxibustión, maestra de Reiki, técnica en Kinesia Psicosomática, investigadora autodidacta, permacultora y naturalista. Y que hace unos años abrió el espacio «Pura Energía», escuela de Medicina China. Primero en Montecarlo, hace dos años en Posadas.
¿Cómo dirías que empezó tu camino en esto?
Siempre fui rara; en mi pueblo y en mi familia. A mí me gustaba la naturaleza, el silencio. Y quería estudiar algo diferente a lo que veía; no sabía qué.
Mi mamá era brasilera; tenía un almacén de ramos generales y tenía afición por lo místico. Mi papá es paraguayo, gerente de la fábrica de té de Montecarlo. Luego tuvo un negocio de materiales de construcción. Él tenía la conexión con la naturaleza. Me hablaba del placer de sentarse debajo del mandiocal y sentir el silencio… Sabía de yuyos: me acuerdo una vez que tenía la garganta cerrada… Me trajo un té y a la media hora ya estaba bien. Mi abuela también sabía de hierbas… Pero no nos enseñaban. Era una vergüenza saber todo eso. Yo iba a una escuela alemana: peor, educación cientificista y europea.
Al finalizar la secundaria…apareció Genética como opción. La otra posibilidad era Astronomía, pero tenía que ir muy lejos.
¿Qué te queda de esos años?
En la facultad aprendí biología, citología, anatomía… Conocimientos que aún hoy utilizo. Trabajé con la bióloga Aida Tricio en la facultad. Con ella entendí la diferencia entre mirar y ver. Y que muchas veces uno no ve, porque no sabe.
Venía gente de otros lugares a enseñarnos de Misiones. Eso me inquietaba. Mi papá y mi abuela sabían y no me enseñaron. No me pasó sólo a mí, nos pasó a muchos misioneros, que nos desidentificamos con nuestra tierra y nos identificamos con Europa y lo que se ve en la TV. Entonces queremos flores y tulipanes y a las florcitas que crecen solas, las sacamos. En la huerta crece espontáneamente el «caarurú», como no sabemos la cantidad de nutrientes que tiene, lo sacamos, para plantar lechugas o acelgas, que ni se comparan.
¿Y cuál fue el detonante?
Un día decido tener hijos y me fui de la facultad. Ellos hablaban de modificar genes y yo decía no podemos cambiar la vida si aún no la conocemos. Violábamos vacas y había otras prácticas que a mí me fueron marcado lo que no quería para mi… y también lo que sí quería.
En ese tiempo me hice vegetariana, crié a mis tres hijos vegetarianos. Hasta hoy lo son y apenas han sabido lo que es un médico.
En el ´94, empecé a estudiar Medicina China (MC), cuando nace mi segunda hija y casi por casualidad. Volví de ese primer curso en Rosario (Santa Fe) pensado cómo un punto puede curar la tos.

Y así empezó tu camino…
La realidad es que fuimos punta de flecha en esto. No había en el país quien pudiera formar. Fabián Bachman -probablemente el pionero de la MC en Misiones- me dijo que venía a Córdoba el doctor Carlos Nogueira Pérez, una eminencia de MC de España. Así que estudié con él. Fui -y soy- muy autodidacta también. Hasta que obtuve un título de la Universidad de Santiago de Compostela, que es lo que en Argentina me habilita a ejercer.
Naturapeuta honoris causa
Luego vendría un Master dado por la Universidad de China, muchas formaciones… Hasta llegar a este título «honoris causa» de la Universidad Iberoamericana de Ciencias y Desarrollo Humano (UNIBE). El máximo galardón que entrega esta casa de estudio mexicana con el aval del gobierno de México. La entrega se realizó el 11 de noviembre en Mar del Plata. En la ocasión el rector de la UNIBE, David Hidalgo, explicó que se entrega el anillo característico y símbolo del Claustro Doctoral, el título y la placa “para honrar a aquellos que han entregado una vida constante al beneficio de la salud de la población».
En efecto, Laura trabaja desde el ´94. «Al principio a escondidas -y sólo con digitopuntura, sin agujas-, porque tenía miedo de ofender a alguien. Naturapeuta me definía, para no molestar. Es que los médicos dicen que hacemos práctica ilegal de la medicina. Y entiendo, porque hay mucha gente que hace un cursito y se pone a meter agujas en la gente. Yo llevo 24 años y sigo aprendiendo…
«No se aprende así nomás cómo funcionan las energías y sus relaciones. Porque estudiar de memoria y rendir se puede, pero aplicar eso en una persona que viene con síntomas complejos, que no tienen una sola causa… no es tan fácil. Y creo que en ese sentido es bueno que haya algún tipo de control».
¿Qué te atrapó de la Medicina China?
La MC me fue atrapando por sus resultados. Por la capacidad que tiene de devolver la armonía, de rejuvenecer a una persona. Lo fui viendo, lo fui viviendo.
Un médico tradicional puede usar herramientas de la medicina china. (Hoy hay muchos kinesiólogos que ponen agujas). Pero el enfoque de una y otra son completamente diferentes. La MC entiende que tenemos síntomas: lo que se ve, la punta del iceberg. Y causas, que no se ven y que son el cuerpo del iceberg. La MC tiene un sistema excelente para detectar esas causas, y además tratarlas: con agujas en los puntos, con frío o calor, más las hierbas medicinales. Que se entienden en su totalidad, no como lo hace la química, que, por ejemplo, extrae el steviósidode de la stevia y el restolo descarta. Para la MC el principio activo sirve porque está acompañada por el resto de la planta.
También la medicina convencional fue virando mucho a la prescripción de medicamentos. Yo recibo a mucha gente intoxicada, que lo único que necesita es desintoxicarse y restablecer el orden interno de su cuerpo.
Elogio de lo natural
«La naturaleza es lo más sabio que tenemos», repite Laura. Que a sus conocimientos de la MC suma su profundo amor por la tierra roja y sus misterios. «La medicina guaraní y la china se parecen en que trabajan con principios muy sencillos. Y respetando los procesos».
En charlas y conferencias, Laura explica que «a Misiones no la vemos. No vemos la riqueza que tiene su tierra, sus plantas. La queremos cambiar, queremos que acá crezcan cosas que nos son propias de esta tierra. Y en ese camino, ignoramos la tremenda sabiduría que se esconde en el monte. Sueño con el día en que nos apropiemos de ello y aprendamos a cuidarlo mejor».
Artículo publicado en la edición N° 42 de Revista ENFOQUE
Escribe Ivana Roth, periodista