Valeria Garibotti es artista plástica, docente y muralista. Participó, nada más ni nada menos, que en la realización de 300 murales en Misiones. El número por sí mismo impacta. Pero ennoblece aún más su trabajo las condiciones en las que muchas de esas obras de arte fueron alumbradas: con vecinos de distintos pueblos que querían rescatar su historia, con niños y adolescentes que aprendían sus derechos, con chicos discriminados por la sociedad o en el marco de encuentros con otros artistas.
Posadas, Candelaria, Santa Ana, Corpus y Mártires son sólo algunas de las localidades donde el muralismo hizo pie con fuerza. “El arte es para todos, hace a un lugar más culto”, sostuvo Valeria en una entrevista con ENFOQUE TV, el programa que se emite los jueves de 19 a 20 por el Canal 4 de Posadas.
“El muralismo es un lenguaje plástico y apunta a la comunicación social. Tiene una técnica de composición que no se aplican en los cuadros. Están hechos para que al pasar quien lo vea tenga una lectura del tema abordado. Debe ser claro y para el pueblo”, conceptualizó.
Contó que “nació en México, en tiempos de la Revolución, cuando los artistas se unieron para comunicar cosas y representar al pueblo”.
Para la artista, “está bueno fomentar este tipo de actividades”, aunque admitió que “sigue habiendo mucho prejuicio para quienes se quieren dedicar al arte como medio de vida”.
Misionera por elección
Sobre su historia personal, confió que vino “de la provincia de Buenos Aires hace 11 años y elegí Misiones para vivir porque me fascinó. Cuando llegué ofrecí mi trabajo, mostré lo que hacía y empecé a recorrer la provincia con el programa Esperanza de la Vicegobernación, que promovía la realización de murales con chicos y adolescentes. Comunicábamos lo que eran los Derechos del Niño. En cada población armábamos un taller, donde los chicos participaban, hacíamos el boceto y al otro día pintábamos el mural”.
Dijo que “en Candelaria trabajamos mucho. Allí hubo encuentros nacionales e internacionales”. Es más, la antigua capital de Misiones es donde fijó residencia con su familia.
“También trabajé mucho con los chicos del Hogar de Día de Posadas. En un par de horas hacíamos un mural. Nunca les mezquino a los niños la pintura porque sé que lo disfrutan muchísimo. Eso sí, trato de hacer un trabajo en armonía”, señaló.
Añadió que “pintamos todo el Hogar y cuando ya no había nada que pintar adentro, salimos, al barrio, a la costanera. Fue la parte más linda, porque los chicos se sentían valorados por la sociedad. Son niños y adolescentes que muchas veces en su casa o por la sociedad misma no son bien tratados, se los discrimina, y que cuando pintaban eran reconocidos, los felicitaban, los hacían sentir bien. Eso fue genial”.
Más de cuatro cuadras de puro arte
Valeria coordinó al grupo de artistas que pintó el mural a lo largo del muro que separa la zona primaria aduanera del puente internacional San Roque González de Santa Cruz, en Posadas. Son poco más de cuatro cuadras de puro arte.
“La propuesta de los murales en la zona del puente nace de la Entidad Binacional Yacyretá, que quería hacer algo con ese muro, para embellecerlo, porque era grande y gris, en medio de la ciudad. Querían algo que a la gente le gustara. Entonces salió la alternativa de pintar todo el muro y de hacer una convocatoria a través del Movimiento Internacional de Muralistas, de la que soy coordinadora, para que vengan artistas de diferentes provincias y países y que la gente que participe en la obra”, contó.
Agregó que “al ser un muro tan largo y visible, la consigna era que la obra tuviera una unión, un hilo conductivo. Los muralistas que no eran de Misiones tuvieron que investigar, empaparse de la cultura de la frontera. Fue también una forma de compartir el arte entre los muralistas de distintas nacionalidades, abrir otros caminos, sociabilizar. Cada evento de muralismo, en el cual entrás en comunión con exponentes de otras latitudes, trae otras cosas, abre otras puertas”.
“Aparte de ese mural largo, pintado, surgió poder hacer otro, con la técnica a lápiz. Fue como sacado de la galera. Resulta que la intención era hacer el mural más grande del mundo, se averiguó con el Guinness y nos dimos cuenta de que no íbamos a llegar a superar al más grande, que está en Corea del Sur. Y ahí visualizamos que podíamos hacer el mural más grande con la técnica a lápiz. Sabíamos que en Polonia había uno de 86 metros cuadrados, que ostentaba el récord. Acá podíamos superar esas dimensiones, con 156 metros cuadrados. Lo propusimos y nos abocamos al trabajo”, evocó.
Recordó que “el grupo que trabajó en el mural a lápiz también tenía una parte del otro, el pintado. Entonces tuvimos que empezar antes. No cualquiera puede ir a encarar un trabajo de esas dimensiones. Hay que tener la técnica de trabajar en grandes dimensiones y de composición. Hubo una gran tarea en equipo”.
Atractivo turístico mundial
Se mostró muy orgullosa, “porque esto pasa a ser un atractivo turístico a nivel mundial, porque tuvo repercusión internacional. Con los dos murales entramos también en lo que es la historia del arte, porque es algo que no se hizo en otro lado. Siempre hubo paredes largas que se han pintado, pero no con la técnica del muralismo”.
Y cerró la entrevista con una reflexión: “Por ahí el arte plástico es un poco elitista, en el sentido de que la gente que trabaja dentro de un marco, un cuadro, no puede exhibir sus obras en cualquier lado. Bueno, los murales son diferentes, porque son para todo el mundo, sin ningún tipo de discriminación: lo ven los ricos, los pobres, todos”.