El clima navideño inundó la Casa Blanca, donde el presidente Donald Trump y la primera dama Melania respondieron llamadas telefónicas en la víspera de niños ansiosos esperando saber dónde estaba Papá Noel.
La tradición, que comenzó en 1955, contó con la ayuda de más de 1.500 voluntarios, entre ellos los Trump, para informar a los niños de la ubicación exacta de Santa Claus. Sin embargo, el propósito se torció cuando Coleman, un menor de siete años, se puso al habla con el mandatario. Este le dijo: «¿Todavía crees en Papá Noel? Porque a las siete no es habitual, ¿verdad? Diviértete”.
El programa del Comando de Defensa Aeroespacial de Norteamérica (NORAD, por sus siglas en inglés), que sigue la trayectoria de Santa Claus, no resultó afectado por el cierre del gobierno.
Se trata un programa operado por voluntarios en la Base Peterson de la Fuerza Aérea en Colorado, con fondos preaprobados por el Departamento de Defensa.