(*) Por Noelia Olivera (Posadas) Militante de los derechos de las personas con discapacidad. Estudiante de Lic. en Trabajo Social. Jugadora de básquet adaptado.
El mejor año para vivir es aquel que comienza lleno de desafíos y al mismo tiempo nos propone múltiples posibilidades de aprendizaje.
Así se presenta este 2017 que, afortunadamente, le da continuidad a todo lo mucho y bueno que sucedió en el año que pasó.
El 2016 quedará en la historia como aquel que trajo a mi vida cosas inesperadas y felices, que aparecieron repentinamente pero vinieron para quedarse.
Siempre sentí que el deporte era importante para la vida, pero realmente no le había dedicado más atención que la que le prestamos a algo que nos divierte y nos hace bien, pero que no es lo principal en nuestras actividades.
Hoy, practicar el deporte “más lindo del mundo”, porque eso es el básquet para mí, es también mi manera de plantarme ante la realidad, de entender y enriquecer las relaciones y los valores que encuentro en todas las personas con las que voy compartiendo mis días, y que tienen tanto para enseñarme.
El básquet es un juego en el que la destreza física es muy importante, pero que a la vez exige imaginar estrategias en las que cada integrante del equipo cumple un rol vital.
Cada uno debemos dar lo mejor que tenemos, y juntos, unidos y fuertes, seremos ese cuerpo social que llegará tan lejos como se lo proponga.
Es emocionante sentirlo así, porque tenemos la oportunidad de prestarnos apoyo y fortaleza, cada uno en la medida de sus posibilidades, pero nuestro máximo potencial aparece cuando confiamos los unos en los otros. Cuando dejamos de ser un YO para ser un NOSOTROS.
Y entonces, cuando eso es una realidad que se vive en la cancha, nos convertimos en la pura capacidad. Y para nosotros, los que practicamos básquet en silla de ruedas, es el momento donde nuestro espíritu brilla con mayor intensidad.
Hablo del básquet, otra vez. Pero lo que digo vale para todos los deportes. Y en verdad vale para cualquier actividad y para toda la vida en general.
Todo lo que hagamos en compañía de otros, poniendo pasión y determinación para lograr un objetivo común, siempre tiene un gran resultado. Siempre. A veces puede ser ganar un campeonato o un título, otras veces vale la experiencia, pero lo que sin dudas ganamos cada vez es sabiduría. Saber que no estamos solos, y que no existen las dificultades si estamos juntos.
Por eso, participar desde adentro en esto que se va convirtiendo en una maravillosa verdad, el llevar la práctica del básquet en silla de ruedas de Misiones a ser un deporte oficial, conformando un equipo en condiciones de jugar con otros en distintas ligas, es el presente más valioso que puede regalarnos el 2017.
En eso estamos y contar con el apoyo de todas las personas comprometidas, es lo que nos hace vivir eso que decía al principio, que no estamos solos y que podemos llegar a donde nos proponemos, si lo intentamos con pasión.
Al mismo tiempo, es de ese compromiso fundamental que necesitamos las personas que vivimos con algún tipo de discapacidad. Porque no tenemos dudas de lo que podemos aportar en cualquier situación, pero también sabemos que si estamos acompañados podemos lograr mucho más. Podemos lograr, por ejemplo, correr los límites que nos impone el entorno.
Podemos sumar conciencia de que la sociedad nos contiene a todos, y juntos ir construyendo lugares accesibles. Que así como en diciembre pasado salimos muchos de nosotros a recorrer el centro de la ciudad de Posadas para visibilizar las dificultades por las que atravesamos (cada vez que queremos realizar actividades tan comunes como pagar nuestras cuentas, o cobrar el sueldo, o comprar ropa o alimentos o cualquier cosa) podamos ir celebrando que se construyan estadios como el Finito Gerhmann, o locales de atención al público con puertas lo suficientemente grandes para que pase una silla de ruedas o un andador, que si hay escalones también haya rampas. Que si estamos en una cola esperando y nos permiten pasar primero, se entienda que no es un privilegio sino una necesidad, porque nuestros tiempos tienen características especiales. No siempre podemos apurarnos para llegar adonde queremos, ni encontrar lugar donde estacionar y bajar con comodidad, ni contar con baños para ir tranquilos, y así con tantas cosas que son difíciles de enumerar, pero que necesitamos que todas las personas comprendan.
Porque cuantos más seamos los comprometidos con los derechos, la igualdad y la accesibilidad, mejor será el EQUIPO que podamos poner en la cancha de la vida, y mayores serán los triunfos en el torneo que jugamos todos, el de la felicidad.
(*) Artículo publicado en la edición Nº 24 de Revista ENFOQUE