Escribe Noelia Olivera, columnista Revista ENFOQUE
Los días 29 y 30 de marzo de este año se realizó una nueva edición del Parlamento de la Mujer, organizado por la Cámara de Representantes de Misiones, bajo el lema “Empoderamiento femenino, herramienta para superar la desigualdad de género”.
En lo personal tuve el inmenso orgullo y responsabilidad de ocupar la banca del presidente del Poder Legislativo misionero, Ing. Carlos Eduardo Rovira. Y quiero subrayar mi profundo agradecimiento por hacer posible que ejerciera mi doble rol, el de mujer y el de persona con discapacidad, en un ámbito donde la política es la vía para pensar y generar acciones que mejoren la calidad de vida de todas las personas.
Así, tuve la oportunidad no solamente de presidir el Parlamento, sino de presentar un proyecto que fue puesto a consideración del pleno, junto al de todas las parlamentarias, quienes abordaron un amplio espectro de realidades que hacen al día a día de nuestra provincia.
En un todo de acuerdo con la importancia de asumir la propia voz, pude proponer la creación de un organismo de control de accesibilidad que esté integrado mayoritariamente por personas que tienen algún tipo de discapacidad, y que se fundamenta en la expresa necesidad de ser quienes podamos evaluar y controlar todas las medidas que se toman para nuestro bienestar, como así también asesorar y recibir las inquietudes de quienes son los usuarios directos de estas acciones.
Y precisamente porque es imprescindible que cada persona tenga la posibilidad de acceder al conocimiento de todo lo que puede afectar su vida directa o indirectamente, y decidir libremente al respecto, es que ofrezco un resumen de los fundamentos de esa propuesta, que ojalá pueda ser tenida en cuenta en los próximos períodos legislativos.
Fundamentos
Según las Naciones Unidas, “se calcula que hay actualmente en el mundo 650 millones de personas que viven con discapacidad. Si se incluye a los miembros de sus familias, el número de personas directamente afectadas por la discapacidad asciende a alrededor de 2 mil millones, casi un tercio de la población mundial”.
Este mismo organismo internacional estableció en el año 2006 la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, ratificada por nuestro país en 2008, y en enero de 2016 puso oficialmente en vigor los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, en la que la incorporación de los derechos de las personas con discapacidad es uno de los puntos fundamentales a atender para reducir las desigualdades.
Señalar estas fechas es importante si se piensa que la Declaración Universal de los Derechos Humanos data de 1948, y está próxima a cumplir los 70 años. Esto significa que la universalidad de los derechos humanos no aplica, todavía, a las personas con discapacidad, que se estiman en una de cada siete de la población mundial.
Responder de manera realista a las demandas que genera la discapacidad significa tomar conciencia de que todos somos actores sociales y que en gran medida las barreras físicas, arquitectónicas, comunicacionales y curriculares con que se enfrentan día a día las Personas con Discapacidad (PCD) no son más que consecuencias de las barreras culturales que impiden verlas como semejantes y por lo tanto no contemplan sus necesidades.
La calidad de vida ha de ofrecer a las personas, con y sin discapacidad, tener cosas importantes que hacer, ganarse la vida si es posible, vivir en un lugar agradable, tener amigos y gente con los que compartir sus deseos e intereses, tener oportunidades de disfrutar el tiempo libre y disponer de momentos de felicidad. Y la mejor forma de comprender todo esto en las personas con discapacidad es sabiendo escucharlas para que ellas nos puedan expresar que desean lo mismo que deseamos todos: vivir dignamente.
Para ello es necesario volver a la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de las PCD, y al lema del 2004 que dice “nada debe hacerse para nosotros, sin nosotros”. En latín «Nihil de nobis, sine nobis», la frase se usa para comunicar la idea de que no puede decidirse una política sin contar con la participación completa y directa de los miembros del grupo afectado por dicha política.
Por ello, atendiendo a todos los puntos destacados anteriormente, sobre la aplicación universal de los derechos humanos, sobre la insistencia en que todos los seres humanos son iguales, sobre la necesidad de comunicar en primera persona y protagonizar las transformaciones que propenderán a la mejor calidad de vida, la declaración “nada sobre nosotros sin nosotros” debe tener un correlato que deje de ser una expresión para ser una acción práctica y concreta.
Es imperioso que las personas con discapacidad sean quienes tengan la última palabra en todas las políticas que han de ejecutarse y que las afecten directamente. Esto implica que deban preverse innumerables situaciones que son prácticamente imposibles de dimensionar desde la óptica de personas sin discapacidad.
Para efectivizar no solo la fiscalización de las políticas existentes, sino el asesoramiento en la creación de nuevas medidas que tiendan a lograr el acceso a una mejor calidad de vida, y asimismo servir de órgano de recepción de todas las inquietudes y necesidades de quienes son usuarios y beneficiarios de tales acciones, es que se hace necesaria la puesta en marcha de un organismo que lleve adelante cada uno de estos procesos y que sea integrado mayoritariamente por personas con discapacidad en las áreas de máxima relevancia.
Este organismo servirá para velar por la accesibilidad, entendida en todas sus acepciones. Porque se trata de acceder a la información, a la educación, a la salud, al trabajo, al desarrollo de todo el potencial que cada persona tiene para aportar como parte activa de la sociedad, y que es primordialmente de orden espiritual, emocional e intelectual, y que por eso mismo, no debería sufrir barreras físicas a su plena realización.
Sin embargo, son precisamente estas barreras físicas las que deben ser eliminadas para que finalmente el concepto mismo de la discapacidad deje de tener importancia, porque si no hay impedimentos en el entorno, cada persona será capaz de avanzar libremente hasta su máxima expresión.