Había que llenar el Teatro del Pueblo un lunes por la tarde. Pero como los astros se alinearon, no hubo que esperar más que la hora indicada para que sucediera. Decenas de personas coparon las butacas de la sala del kilómetro Dos para ver la presentación del libro de un hijo pródigo de Eldorado, que quería compartir con familiares, amigos, allegados y vecinos su obra en homenaje a los 100 años de la localidad. Y todo salió redondo. Ese ambiente mágico que sólo la actividad teatral puede generar le dio el marco ideal. Hubo reencuentros, risas, alguna que otra lágrima de nostalgia derramada en la mejilla, anécdotas, placer y, sobre todo, emoción.
La antología “Legado Tempo 65/100” fue presentada en sociedad en un día especial, el cumpleaños del autor. Juan Ángel Gauto mostró en el escenario todo su talento para enlazar su historia familiar, con las obras teatrales que escribió en la década del 80 (cuando estudiaba Ingeniería Forestal) y la puesta en escena con músicos, una vocalista magistral y bailarines que con sus pinceladas completaron un cuadro hipnótico para los espectadores.
El final con el público ovacionando de pie al escritor-teatrero-actor lo dijo todo. Eldorado, que viene de homenaje en homenaje, acababa de recibir otro, muy movilizador.
La propuesta fue ambiciosa: hacer del prólogo del libro una obra teatral, que incluyera fragmentos de “La venganza del Pombero”, “Juancho y Don Quijano” y “Adelanto Condicionado”, los inicios del Clan Gauto en Eldorado (luego de que el pionero Donato, padre de Juan, migrara desde Candelaria al Alto Paraná) y trazos de la vida propia de Juan, con sus “tempos”, períodos de creación artística.
Sentado en un escritorio, revisando papeles y oteando un reloj de arena, el autor recorrió años de historia, propia y de Eldorado. Los espectadores vieron la Misiones indómita de mediados del siglo XX, las jangadas pasar por el río Paraná, los obrajes de los hacheros, los bailes en los patios de tierra, el almacén de ramos generales, el coraje de los pioneros, el crecimiento de la ciudad, el amor por el teatro de un grupo de futuros ingenieros y finalmente el compromiso con su pueblo de un hijo agradecido, dispuesto a dejar un legado.
Con Juan actuaron los también exponentes del teatro vocacional e ingenieros forestales Oscar Gauto, Juan Barquinero y Juan Bragado. La música en vivo corrió por cuenta de Ezequiel Anger (guitarra, voz y producción musical), Hernán Espinoza (bajo), Asunción Guada (teclados), Rafael Encina (acordeón) y Oscar Gauto (batería). Y la voz cautivante fue la de Consuelo Gauto, que interpretó impecablemente los temas especialmente seleccionados para la ocasión.
Quedó claro en el escenario lo que Juan conceptualizó en su bienvenida al público: para crear hay que incendiarse interiormente. Ese incendio creativo alumbró a todos los que llegaron al teatro desde distintos puntos de Eldorado y también de la provincia. Hubo viejos amigos, ex compañeros de estudios, muchísimos colegas, la familia completa (por supuesto) y jóvenes amantes del teatro dispuestos a tomar la posta de esos intrépidos que hicieron de las suyas en las tablas eldoradenses hace tres décadas.
El cierre, toda orquesta, tuvo a otros protagonistas, las instituciones a las que el autor le donó su libro: la Escuela 326, la Biblioteca Popular, la Subsecretaría de Derechos Humanos, el Museo Cooperativo, el área de Cultura de la Municipalidad de Eldorado, la Escuela Nacional de Comercio, la Facultad Ciencias Forestales, Tatá Pirirí, el Instituto Montoya y referentes culturales de Aristóbulo del Valle y Campo Grande.