El jueves 25 de octubre quedará marcado a fuego en la memoria política de Misiones. Fue la noche en que la Legislatura puso, por fin, algo de equidad en la política de género: se votó por unanimidad la Ley de Paridad, que representará un reparto fifty-fifty en las listas de candidatos a cargos electivos, provinciales o municipales, pero también el mismo método en los cargos partidarios. Será, en definitiva, una representación tangible de la mujer en la política. Un gran paso, dentro de una lucha que se inició a principios del siglo pasado. La primera ley electoral, la ley Sáenz Peña, no tenía a las mujeres como protagonistas del “voto universal”. Recién en 1947, durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón se sancionó la ley del voto femenino, que se hizo realidad cuatro años después, con una asistencia casi perfecta: el 90 por ciento del padrón fue a las urnas en esa primera vez.
Pasaron 40 años hasta que hubo otra “concesión” de la política patriarcal. En 1991 se aprobó la ley del Cupo Femenino, que reservaba el 30 por ciento de los cargos electivos para las mujeres. Se creó así un “techo de cristal” que nunca logró romperse.
“En 1991 cuando fui diputada nacional se habilitó la ley del cupo femenino, que pensaba que era un piso y terminó siendo un techo, aunque garantizaba un 30 por ciento femenino. Muchas veces he escuchado cuando se armaban las listas que se dejaba el lugar para la mujer, pero no se discutía quien iba a ser. Era un múltiplo de tres sin nombre”, recuerda Mabel Marelli, la única mujer que estuvo al frente de la Legislatura misionera. Pocas mujeres llegaron a cargos de decisión en la historia política misionera. Marelli fue la primera al presidir la Cámara de Diputados durante la gobernación de Julio Humada. La justicialista Mercedes Oviedo fue vicegobernadora del primer mandato de Carlos Rovira, lo mismo que Sandra Giménez durante el primer mandato de Maurice Closs.
En Misiones hay partidos políticos que desde hace más de una década no logran hacer ingresar a una mujer a un Concejo Deliberante y otros que desde que nacieron, jamás apostaron por una dama como cabeza de lista. Otros, en cambio, adecuaron sus propias reglas internas a los nuevos tiempos. La Renovación en diciembre del año pasado repartió todos los cargos partidarios en partes iguales y reformó su estatuto. El radicalismo la imitó después.
¿Alcanza? Si se compara el futuro con el duro trajinar de las veteranas radicales y peronistas que lograron hacerse un lugar en la política, se podría pensar que ya alcanza y sobra. Sin embargo, el gran paso dado por la política, en realidad, es apenas uno pequeño si se lo pone en perspectiva con las enormes desigualdades que persisten en el ámbito laboral y económico.
Mal de muchos, consuelo de tontas… En el mundo se espera que se alcance una paridad en el ámbito laboral recién en 2060. El último informe Women in Business sobre liderazgo femenino que realiza anualmente la firma global de consultoría Grant Thornton, arrojó que sólo el 23% de los puestos directivos de la Argentina son ocupados por mujeres, y el 58% de las empresas tienen al menos una mujer en puesto de liderazgo ejecutivo. Se trata de un incremento del 5% entre un año y otro, con un porcentaje de mujeres en alta gerencia de 53% y de roles senior ocupados por mujeres en un 18%, en 2016.
A nivel mundial, las empresas han dado un paso adelante, pero un paso atrás en cuanto a la proporción de mujeres en puestos de liderazgo. Significativamente más empresas (75% en 2018 vs 66% en 2017) cuentan hoy con al menos una mujer en el equipo de alta dirección, pero la proporción de mujeres en los equipos se redujo del 25% al 24%, según los datos recolectados.
En Argentina la brecha salarial es del 27 por ciento entre varones y mujeres, que, en un contexto de caída del salario real y deterioro del mercado de trabajo, tiende a profundizarse.
¿Y en Misiones? ¿Cuál es la brecha? Por primera vez el Instituto Provincial de Estadística y Censos (IPEC) hizo un relevamiento sobre la paridad de género y los datos no son alentadores en el mercado laboral local. Las mujeres cobran menos, mucho menos en algunas actividades y hasta en la docencia, donde hay mayoría femenina, hay una diferencia salarial.
Este es un primer trabajo del IPEC sobre la cuestión de género, que se suma al observatorio de violencia. Ahora el próximo paso será la creación de un Sistema de Indicadores de Género. “Será un mapa de género en todas las actividades de la economía y con el equipo haremos un análisis sobre la desigualdad que hay”, explicó Silvana Labat, directora del organismo.
Al primer trimestre de 2018, en Posadas había 154.790 mujeres, es decir, el 51,3 por ciento de la población. Pero al considerar la población económicamente activa (compuesta por la población ocupada más la población desocupada), la proporción de mujeres se reduce al 42,7%. Esto significa, que existe una participación más alta de mujeres en la “población inactiva no típica”, representando el 64,0% (55.884) del total de la población (87.348). Se entiende por “población inactiva no típica” a aquella población de entre 15 y 65 años que no tienen ocupación o que, al no tenerla, no buscan activamente trabajo.
Sobre el total de ocupados en Posadas (158.784), sólo el 42,3 por ciento son mujeres (67.142). Las primeras cinco ramas de actividad que más personas emplean (hombres y mujeres) son: el comercio (32.240), la administración pública, defensa y seguridad social (21.189); la construcción (20.068); los servicios financieros, inmuebles, alquileres y empresas (15.878) y la enseñanza (15.084).
Si se analiza sólo la cantidad de mujeres ocupadas, las principales actividades económicas con mayor participación laboral son: comercio (15.980), servicio doméstico (12.153), enseñanza (9.534), administración pública, defensa y seguridad social (8.728); otros servicios comunitarios, sociales y particulares (4.432).
Pero ahí aparece el primer dato que revela la desigualdad. Tomando en cuenta el “monto del ingreso de la ocupación principal” de las principales actividades económicas en Posadas, en promedio, la mujer obtiene menos ingresos en la rama de los servicios financieros, inmuebles, alquiler y empresas (-114,3%); en la rama del comercio (-60,0%) y en la rama de enseñanza (-7,1%).
Sin embargo, obtiene mayores ingresos respecto al hombre, en la rama de la construcción (+44,4%) y en la rama de la administración pública, defensa y seguridad social (+5,6%).
Escribe Juan Carlos Argüello, Periodista.
Artículo publicado en la edición N° 41 de Revista ENFOQUE