Por Santiago Tristany
Licenciado en Psicología
Tal vez podamos creer que el mundo que percibimos es el mundo que “realmente está ahí”. Podemos incluso creer que somos personas que difícilmente fallamos en nuestras apreciaciones. Incluso podemos pensar que somos personas razonables que no distorsionamos la información “real” y que sabemos muy bien lo que hacemos. Consideramos que habitamos un mundo y que a dicho mundo “nosotros lo conocemos bien”.
Sin embargo pensemos en el siguiente ejemplo de una publicación muy reciente en Nature Human Behaviour (*). Allí explican que el cerebro humano distribuye o asigna “atención” (recursos atencionales) basándose en el tamaño previamente “conocido” de los objetos, no en el tamaño percibido en el momento. Es decir que no hacemos nuestros cálculos respecto a los objetos en base a lo que actualmente percibimos de ellos, sino en referencia a lo que sabemos previamente de dicho objeto que percibimos. Por ejemplo, si vemos un avión en el cielo, aunque lo veamos pequeño, sabemos que ese tamaño que “percibimos” con los sentidos no es su tamaño verdadero. Si junto al avión en el cielo vemos un insecto del mismo tamaño, el insecto captará nuestra atención porque inferimos que está más cerca de nosotros que el avión…
Ahora quisiera que por favor piensen en esta otra reciente publicación del American Journal of Preventive Medicine (**) que ilustrará la magnitud del problema que estamos abordando, con estos pequeños ejemplos. Allí se explica que los niños prefieren –es decir eligen- las marcas de cereales azucarados que han visto en las publicidades por televisión. Cuando se dice “prefieren” significa que los niños solicitarán e “insistirán tenazmente” a sus padres que les compren esos productos que los niños “conocen” y “consideran los mejores”, según “su experiencia o conocimientos adquiridos en el mundo”… Sin importar si esos productos son “perjudiciales para su salud”.
Estos dos ejemplos recientes nos muestran la cautela que debemos tener al decidir. Todo el tiempo estamos inmersos en un océano de información y, al mismo tiempo, debemos elegir entre distintas opciones. ¿Pero qué es lo que elegimos y cómo es que elegimos?
Por un lado percibimos cosas que no son tal cual las percibimos, con lo cual realizamos nuestros propios cálculos y estimaciones para intentar dilucidar lo que allí hay. Por otro lado, tenemos una fuerte tendencia a guiarnos por lo que nuestros “referentes” o “modelos” de confianza nos aconsejan o recomiendan. Es muy frecuente que las personas hagan un “sondeo de opinión” de las preferencias y elecciones de sus pares o de quienes aprecian y valoran. Por lo tanto, al pretender ser parte del grupo de referencia, hay una alta probabilidad de elegir lo que nos haga sentir que nos mantendrá dentro de los márgenes del grupo al que pretendemos pertenecer.
Ahora hemos llegado a un terreno crítico: entonces no estamos eligiendo desde lo que realmente hay allí y en base a “cálculos razonables” sino que utilizamos experiencia previa e información suministrada por fuentes de confianza, que ni siquiera son necesariamente fuentes de información “confiables”, sino simplemente personas que apreciamos o admiramos por alguna cuestión. Esto nos haría decidir no las mejores opciones en cada caso, sino las opciones que nos hacen creer que “somos parte de algo”.
Lejos está entonces, esa idea de que percibimos lo que hay ahí en realidad y que decidimos racionalmente lo mejor. En muchos casos puede ser que, en ciertos ámbitos y con ciertas herramientas de análisis, se “decida racionalmente” (por ejemplo en ámbitos empresariales y científicos). Sin embargo, en la mayoría de las decisiones cotidianas de las personas, lo que predomina es un dejarse llevar por la experiencia previa acumulada y, la opinión de los demás…
(*) Andrew J. Collegio, Joseph C. Nah, Paul S. Scotti, Sarah Shomstein. Attention scales according to inferred real-world object size. Nature Human Behaviour, 2019; DOI: 10.1038/s41562-018-0485-2
(**) Jennifer A. Emond, Meghan R. Longacre, Keith M. Drake, Linda J. Titus, Kristy Hendricks, Todd MacKenzie, Jennifer L. Harris, Jennifer E. Carroll, Lauren P. Cleveland, Gail Langeloh, Madeline A. Dalton. Exposure to Child-Directed TV Advertising and Preschoolers’ Intake of Advertised Cereals. American Journal of Preventive Medicine, 2018; DOI: 10.1016/j.amepre.2018.09.015