Con mucha impotencia, la esposa de Marcos Peña , el jefe de gabinete de Macri , insultó al aire al descubrir que habían robado a su familia mientras descansaba en una casa de playa del Uruguay . El asalto fue en la madrugada del 29 de diciembre, cuando alguien que no pudo ser identificado rompió un vidrió de una casa de verano de La Paloma y se llevó su cartera y otros objetos.
La crónica policial del asalto que Luciana Mantero sufrió mientras comenzaba vacaciones con sus padres e hijos fue escrita por ella misma en la red social Facebook , y el caso fue reconstruido por el diario El País.
Mantero llegó antes que Marcos Peña, quien en años anteriores elegía el balneraio Guazuvirá, lejos del ruido de Punta del Este y la movida juvenil de La Paloma, pero esta vez fue a La Balconada.
La esposa del hombre clave de Mauricio Macri había llegado a fin de diciembre y se había ubicado en una casa de la calle Acuario y Tres Marías, enfrente de la Playa El Cabito, en la zona conocida como La Balconada.
El jefe de Gobierno de Rocha, Aníbal Pereyra, dijo a LA NACIÓN que lamentaba el episodio que se dio justo dos días del comienzo del sistema policial PADO (Programa de Alta Dedicación Operativa). El intendente dijo que el turismo en Rocha es récord histórico, que crece a ritmo de 15% respecto al año anterior, que ya había sido récord. “Por eso reforzamos vigilancia, porque con el aumento de tanta población, también hay aumento de riesgos, pero lo cierto es que venimos con una baja de delitos”, agregó.
En su crónica, Mantero contó que eran las tres de la madrugada del 29 de diciembre, cuando sonó la alarma de la casa que alquilaban, y en principio creyó que “algún perro quizá había merodeado el lugar y había activado la alarma”.
Pero recordó que la dueña de la casa les había advertido que había puesto alarma porque la seguridad no era la misma de antes. Y también que su padre le había dicho: «El problema de esta casa es que es algo insegura».
Lo que vio la policía cuando fue al lugar es que la casa tiene ventanales de vidrio sin otra protección.
Luciana había comenzado aquella noche con la lectura del libro «El adversario», al que definió como “un librazo”, y que por eso se había dormido “presa del horror”.
Pensó que ¡tal vez lo más prudente sería bajar al living y prender la luz, por si las moscas”.
En su crónica dijo que “las páginas del libro” la “habían dejado inquieta y esa inquietud persistía” porque “no es fácil sacudirse el alma del asesino de toda su familia; el falso médico Jean Claude Romand (que) había planeado a sangre fría la manera en la que terminar con sus hijos”.
Luciana dormía en una cucheta arriba de la cama de un hijo, y el otro estaba al fondo de la habitación.
“Pero estaba tan cansada… tan cómoda… tan lista para seguir durmiendo… si hasta entonces no había pasado nada… seguro que sólo había sido el viento”, dijo Mantero en su relato.
Pero luego comprobaría que no había sido el viento: “Me acomodé para el costado y justo cuando estaba entrando otra vez en ese estado entre plácido y temeroso sonó un estallido, un cristal rompiéndose en mil pedazos, justo abajo de mi cuarto, en el comedor oscuro de esa casa de veraneo y este balneario tranquilo en el que en hasta hace poco dormíamos sin poner llave a la puerta, terminó de perder su inocencia”.
Y relató así el momento de la sorpresa: “Me levanté de un salto (ya éramos dos de cuatro los que estábamos alertas) prendí las luces, bajé corriendo la escalera al grito de ¿Quién anda ahí? Y entonces vi, abajo a la izquierda, en un rincón de esa pared de pequeñas ventanas, un charco de vidrios y me di cuenta que mi bolso, que había dejado apoyado, brillaba por su ausencia”.
Fue cuando expresó la bronca: “Me acerqué de golpe mientras el resto salía de los cuartos con cara de dormidos y grité ´¡Hijos de puta!` a la oscuridad de la noche”.
Llamaron a la policía, “que llegó a los 10 minutos”, y los efectivos le dijeron que la habían “sacado barata”
Los policías encontraron a unos 20 metros el bolso de Luciana, “con todo revuelto: medicamentos, un quitaesmalte a medio usar, un toallón de dibujo infantil· pero sin algo que para ella tenía un sentido especial: el dulce de leche Cachafaz que guardaba como un tesoro para el mejor momento” de las vacaciones.
La esposa de Peña terminó su crónica con este razonamiento: “Lo que empezó como un mal sueño, terminó casi casi -poniéndole mucha onda- como un mal chiste. No soy rencorosa pero ojalá los cacos se devoren el dulce de leche y les de un ataque al hígado”.