Escribe Emilio Salvador, Profesor de Filosofía
“El mayor peligro para la mayoría de nosotros no es que nuestra meta sea demasiado alta y no la alcancemos, sino que sea demasiado baja y la consigamos”. Miguel Ángel
¿Nunca te pusiste a pensar que hay detrás de las grandes obras, de los artistas, pensadores/as del mundo? ¿No tuviste alguna vez la sensación de creer que sabes de algo o de alguien hasta que un día tenés que contarlo con un poquito más de profundidad?
Hoy te voy a contar una curiosidad histórica que te va a llamar la atención.
Tiene que ver con la decoración de uno de los lugares más aclamados por el catolicismo y también los turistas: la bóveda de la Capilla Sixtina en el Vaticano. Muchos saben que la obra corresponde a quien para mí es el artista más impresionante de la historia: Miguel Ángel Buonarroti, que fue pintada en los albores del siglo XVI, que tiene imágenes como “la creación de Adán” donde Dios y él, están a punto de tocarse los dedos, en fin.
Lo que no muchos saben, es que esa obra, encargada al artista Florentino por el Papa Julio II fue una especie de prueba de fracaso organizada por sus rivales que tenían acceso al Papa. La relación entre el artista y el Sumo Pontífice tuvo muchos vaivenes, si bien se respetaban y hasta se apreciaban, ambos tenían temperamentos difíciles de congeniar (sabido es que hasta fue merecedor de algunos bastonazos el famoso escultor). Pero ¿Por qué era una prueba que buscaba fracaso?
Los rivales de Miguel Ángel, encabezados por Bramante quien era el arquitecto del Papa, buscaban que ese rebelde artista demostrara su incapacidad y dejara así de seducir a Julio II con su talento. Para esto, había que llevarlo al terreno que más disgustaba al artista: la pintura. No sé si sabias, pero Miguel Ángel odiaba pintar, lo suyo era para él, la escultura; además la técnica que habría de usarse para decorar ese techo era en fresco, es decir con una capa de yeso húmedo, etc, que el artista solo había conocido durante 3 meses en su adolescencia en el taller de Ghirlandaio. El Papa pidió que se ilustrara el Nuevo Testamento, Miguel Ángel pretendía el Antiguo porque consideraba que había mucho para ilustrar. En definitiva: tuvo que diseñar su propio andamio, tardo 4 años en terminarla (1508 – 1512) ya que cuando llevaba casi un año de trabajo, su inexperiencia con el fresco hizo aparecer un musgo corregible pero irresistible para la perfección que perseguía Buonarroti; destrozó todo y comenzó de nuevo.
El Papa lo intimaba a que termine y el artista le decía “a su tiempo”, inclusive llegó a arrojarle un balde al Pontífice cuando este quería subir a ver ¡¿qué hacía que no terminaba?!!!
Cuando la obra se terminó, su descubrimiento fue impresionante: el Génesis expresado de una manera renacentista, única, fenomenal. El artista perdió visión y llevó consigo una deformación en la columna a partir de la postura que a la luz de velas debía adoptar para culminar su obra. Los intentos de desacreditarlo no hicieron más que demostrar por qué durante más de 20 años fue el artista oficial del Vaticano y por qué Lorenzo de Medici ya había llevado a este artista, cuando era un adolescente a vivir a su palacio encargándole obras.
Es llamativo saber que una de las obras más increíbles del arte moderno se haya realizado con tanta tensión en el medio y persiguiendo, por algunos, el fracaso de un artista. Podría dar muchos detalles más sobre la vida y obras de Miguel Ángel, pero en esta entrega quisiera despertar tu curiosidad para que vayas a buscar las imágenes de sus ilustraciones y disfrutes de ellas.
P/d: es el primer artista que pintó a Dios de espaldas y veinte años después, a un Jesús sin barba que llegaba estruendosamente al juicio final. Prometo contarlo en otras entregas.