El expresidente brasileño Jair Bolsonaro fue detenido este sábado en Brasilia por orden del Supremo Tribunal Federal (STF). La Policía Federal ejecutó la medida, que consiste en prisión preventiva, pese a que el dirigente llevaba varios meses cumpliendo arresto domiciliario.
La orden de prisión preventiva fue emitida tras un pedido de la Policía Federal, motivado por la convocatoria a una «vigilia» frente a la casa de Jair Bolsonaro realizada por su hijo, el senador Flávio Bolsonaro. El expresidente, que atraviesa distintos problemas de salud, cumplía arresto domiciliario desde el 4 de agosto.
La Corte Suprema afirmó que el exmandatario intentó romper la tobillera electrónica que fiscalizaba sus movimientos para fugarse durante una manifestación convocada frente a su casa por uno de sus hijos.
Bolsonaro fue llevado a prisión por intentar romper la tobillera electrónica
De acuerdo con la orden de prisión, las autoridades detectaron una «violación del equipamiento de monitoreo electrónico» que llevaba Bolsonaro por la mañana de este sábado.
Según el juez Alexandre de Moraes, quien relató el proceso, «la información confirma la intención del condenado de romper la tobillera electrónica para asegurar el éxito de su fuga, facilitada por la confusión causada por la manifestación convocada por su hijo».
Además, recuerda que otros aliados de Bolsonaro, que también fueron condenados o procesados por prácticas golpistas, huyeron del país. Entre ellos estaba uno de sus hijos, el diputado Eduardo Bolsonaro y el ex jefe de los servicios de Inteligencia Alexandre Ramagem, quien salió de Brasil de manera clandestina.
De acuerdo al magistrado Alexandre de Moraes, la convocatoria de su hijo a una vigilia frente a su casa buscaba entorpecer el control de las condiciones impuestas a Bolsonaro en el marco de la causa por intento de golpe. En su evaluación, esto ponía en riesgo el orden público y comprometía la aplicación de la ley penal.
«El tumulto generado por la reunión ilícita de simpatizantes del condenado tiene una alta probabilidad de afectar la prisión domiciliaria y la eficacia de las medidas cautelares, facilitando un eventual intento de fuga», agregó el juez en su resolución.
Bolsonaro había sido condenado en septiembre y estaba en prisión domiciliaria
Bolsonaro, referente de la derecha y ultraderecha en Brasil, había sido condenado en septiembre a 27 años de prisión por conspirar para impedir la asunción de Luiz Inácio Lula da Silva tras su derrota electoral en 2022.
Desde agosto permanecía en su casa, en un condominio exclusivo de la capital, con monitoreo electrónico. A mediados de noviembre, el STF rechazó un recurso para revisar esa sentencia, que estipula el cumplimiento de la pena en «régimen cerrado».
El arresto se concretó incluso después de que su defensa pidiera el viernes mantener la prisión domiciliaria por «razones humanitarias», al señalar que el expresidente atraviesa un cuadro de salud delicado. Los abogados sostuvieron que enviarlo a una cárcel supone un «riesgo de vida», recordando las secuelas de la puñalada que sufrió en 2018 y que derivaron en múltiples cirugías, problemas de reflujo, episodios de hipo persistente y dificultades respiratorias, además de un reciente diagnóstico de cáncer de piel.
La defensa aún tiene plazo hasta el lunes para presentar nuevos recursos contra la condena.
De qué se acusó al expresidente de Brasil
El expresidente de Brasil, que estuvo al frente del país entre 2019 y 2022, enfrentó un proceso judicial junto a otros siete exfuncionarios, entre ellos antiguos ministros y mandos militares, acusado de haber participado en una extensa conspiración destinada a instaurar un golpe de Estado.
Según la investigación, el plan incluso contemplaba un intento de asesinato contra Lula da Silva, aunque nunca llegó a ejecutarse debido a la falta de respaldo dentro de la cúpula castrense.
Cuando en septiembre se lo condenó, el juez relator de la causa, Alexandre de Moraes -quien también figuraba como objetivo en el presunto complot-, fue categórico al señalar que «Brasil casi volvió a una dictadura». Moraes votó a favor de la condena, al igual que Flávio Dino, exministro del actual presidente.
Dino enfatizó además que estos delitos no podían ser objeto de un perdón parlamentario, en momentos en que sectores del bolsonarismo promovían una amnistía legislativa en caso de que su líder fuese hallado culpable.
En contraste, el magistrado Luiz Fux defendió la absolución. A su entender, el tribunal carece de competencia para juzgar a un expresidente y no existen pruebas suficientes para sostener una condena.
Mientras tanto, el diputado bolsonarista Luiz Lima sostuvo que «este voto no va a interferir en el resultado final, pero va a interferir en la historia», y denunció que existe una «presión enorme» para que el Congreso incluya en su agenda el proyecto de amnistía.
La sociedad brasileña estaba dividida: una parte interpretaba el proceso como un acto en defensa de la democracia, mientras que otra lo percibía como un movimiento de tinte partidario.
Fuente: Iprofesional








