La Real Academia Española define la palabra «gestionar» como hacer diligencias conducentes al logro de un negocio o de un deseo cualquiera. Define también a la «felicidad» como el estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien. Por su parte define el «bien» como lo que es objeto de la voluntad, la cual ni se mueve ni puede moverse sino por el bien, sea verdadero o aprehendido falsamente como tal. Finalmente, define «voluntad» como potencia del alma, que mueve a hacer o no hacer una cosa.
Podemos rápidamente llegar a la conclusión de que si nosotros pretendemos gestionar la felicidad de los demás, entonces estaremos felices cuando logremos que los demás estén felices. Parece una tarea bastante gratificante: ¿A qué se dedica usted? Yo me dedico a lograr que las personas estén felices. ¿Por qué? ¡Porque eso me hace sentir feliz a mí! Toda una vocación de servicio…
Pero estas son cosas en las que no todos piensan. Deben ser temas poco interesantes. Incluso hay personas que no saben, no se han enterado todavía, de que su felicidad es gestionada por alguien más: ¡hay gestores de su felicidad! Parece increíble pero esto es real. Ahora mismo, sin que tengamos que preocuparnos, hay quienes están ocupadísimos en aumentar, o al menos en sostener sin disminución, nuestra felicidad.
Usted puede que me inquiera: ¡Diga ya quiénes son los que se ocupan de tales nobles tareas! Es que no hace falta que lo diga: ¡Están ahí cerca, tan cerca! Miremos con atención. Pensemos. Descubriremos que, aunque no lo habíamos notado, ahí están y lo hacen. ¡Y lo hacen en serio! Son muchos, no son pocos. ¡Son demasiados!
Pero también hay muchos, muchos que todavía no se enteraron de que pueden tener el privilegio de ser gestores de la felicidad ajena, la felicidad del prójimo. ¡Hay que avisarles, porque se están perdiendo la oportunidad! Claro, la oportunidad de sentirse felices logrando que se sientan felices los demás. Usted lo sabe, porque ya se dio cuenta de quiénes hablamos. Nos podemos entender.
Es cierto que hay quienes pueden considerar discutible qué es la felicidad o cómo se alcanza la felicidad. Este es un punto fundamental para quien desea gestionar la felicidad de los demás. ¿Qué acciones o gestiones debo realizar, para hacer felices a los demás, si no tengo idea de lo que es la felicidad o cómo se alcanza? También se puede objetar que de eso se ocupa la ética y, que no hay solución a tal problema: no se logra el acuerdo, el consenso, la unidad de criterio.
¡No podemos ponernos de acuerdo respecto a qué es la felicidad o cómo se alcanza! Esto es tema serio, especialmente para los gestores de la felicidad de los demás. De tantas cosas se discute, pero tan poco respecto a este tema.
Tal vez no es que no podamos ponernos de acuerdo respecto a qué es la felicidad, sino a cuáles son los caminos que deben permitirse para alcanzarla. Es decir, ponernos de acuerdo en qué bienes conviene poseer y qué hacer para lograr poseerlos…
Artículo publicado en la edición N° 42 de Revista ENFOQUE
Escribe: Santiago Tristany, Lic. en Psicología