Por el exceso de efectivo, los bancos buscan ‘achicar el bulto’ y los billetes de $ 500 se pagan más que los de $ 100, ya que ocupan cinco veces menos de lugar físico en las tesorerías, en el nuevo mercado de compra venta de billetes, donde el Banco Central se corrió y ya no participa más.
Mientras hoy el de $ 500 es la figurita difícil de conseguir (pese a que, junto con el de $ 200, representan el 25% del monto de dinero en circulación), desde octubre el más codiciado del sistema financiero pasará a ser el hornero, que estará en el nuevo billete de $ 1000, que se prevé llegue a ser el 11% del total en monto emitido para diciembre del año que viene. Para el último trimestre del año también está prevista la moneda de $ 5 y el nuevo billete de $ 20 con la figura del guanaco, en reemplazo de Juan Manuel De Rosas y la Vuelta de Obligado.
Los billetes tendrán más medidas de seguridad, con animales autóctonos en reemplazo de personalidades históricas, como ya sucedió con la ballena franca austral en el de $ 200 y el yaguareté criollo en el de $ 500.
El año que viene saldrá la moneda de $ 10 y el billete de menor denominación que hará el BCRA será el de $ 20, porque el costo de imprimir cada billete es de $ 2 y su vida útil de un año y medio.
Los de $ 2, de $ 5 y de $ 10 son los que se deterioran más rápido. En cambio, las monedas son prácticamente eternas y mucho más baratas de hacerlas, ya que desde hace cinco años no se fabrican más de cobre (que, al ser un commodity, con el alza del precio podía ser caro hacerla), sino de acero con un revestimiento especial, que sirve para que una máquina expendedora pueda leerla.
Federico Sturzenegger tiene como premisa mejorar la calidad del circulante, ya que hoy los billetes se desgastan mucho y pierden calidad. Como no tenían la tecnología para poder destruir tantos billetes (hay un exceso de los de $ 100), instalaron otra máquina en la Casa de la Moneda, que fue pagada por los propios bancos, que permite aumentar fuerte los niveles de destrucción, proceso que llevará cinco años. Si bien el que destruye los billetes es el BCRA, la máquina destructora está instalada en la Casa de la Moneda en Retiro, pero la opera el personal del Central. En marzo y abril destruyeron $ 40.000 millones: fueron 400 millones de billetes de $ 100 deteriorados.
La autoridad monetaria busca converger a un circulante de mejor calidad, con menos billetes deteriorados, con modelos matemáticos que ayudan a definir cuáles son los billetes que se necesitan y cuántos de cada categoría, lo que se llama el cono o pirámide monetaria.
Hasta el año pasado, el BCRA hacía de intermediario, y cuando a algún banco les sobraba billetes, ellos se lo tomaban. Y cuando otro necesitaba, ellos le daban el físico.
«A los bancos nos empezó a sobrar efectivo por la emisión de billetes nuevos, que se suma a la capacidad limitada de destruir billetes, lo que provocó un exceso de efectivo y costo de logística en el traslado, al sobrarme en una sucursal en Córdoba y faltarme acá, porque el costo de mandarlo en avión es caro», detalla el director de una de las grandes entidades.
Si bien lo ideal sería darle ese efectivo a otro banco de Córdoba, muchas veces no hay demanda. Antes, se lo daban a los tesoros regionales del BCRA y listo, pero ahora los banqueros protestan que tienen un costo mayor.
«Hay plazas del interior donde por naturaleza te sobra efectivo a principios de mes y te falta a fin de mes, ya que la economía necesita más billetes en una parte del mes que en otra», detallan en los bancos.
Fuente: El Cronista