El servicio de vigilancia de fronteras de Estados Unidos (CBP, por su sigla en inglés) ordenó ayer revisiones médicas a todos los chicos a los que mantiene detenidos, luego de la muerte de un segundo migrante menor de edad en sus dependencias en lo que va del mes.
El niño, identificado por el congresista Joaquín Castro como Felipe Gómez Alonzo, había sido trasladado a un centro médico de Nuevo México el lunes, tras mostrar síntomas de enfermedad, dijo el CBP en un comunicado.
El personal le diagnosticó un resfriado común, pero más tarde descubrió que tenía fiebre. Fue dado de alta a mitad de la tarde, con recetas de ibuprofeno y amoxicilina.
Posteriormente el cuadro evolucionó y Felipe, que se encontraba detenido junto a su padre, comenzó con nauseas y vómitos, por lo que fue trasladado nuevamente al hospital, donde finalmente murió el lunes poco antes de la medianoche.
Ayer, el comisionado Kevin K. McAleenan anunció que la CBP estaba “realizando controles médicos secundarios a todos los niños bajo el cuidado y custodia de la agencia” y “revisando sus políticas con especial atención al cuidado y custodia de niños menores de 10 años”.
Agregó que el CBP estaba considerando buscar apoyo médico de otras agencias, entre ellas la Guardia Costera y el Departamento de Defensa estadounidenses.
“El CBP también está coordinando con los Centros para el Control de Enfermedades el número de niños bajo custodia”, señaló.
Según el Departamento de Seguridad Interior (DHS) un 60% de las personas que cruzan la frontera sin papeles son niños o familias, un cambio para el cual las instalaciones no están preparadas.
McAleenan dijo que el CBP es incapaz de gestionar la llegada de miles de personas y que sus recintos fueron construidos hace décadas pensados para albergar a hombres que cruzaban solos la frontera.
“Necesitamos ayuda del Congreso. Necesitamos un presupuesto para cuidados médicos y mentales para los niños que están en nuestras instalaciones”, agregó.
El funcionario indicó que espera que para el final del año 25.000 niños migrantes estén detenidos en instalaciones estadounidenses, un nivel sin precedentes.
“Es un flujo enorme”, afirmó el comisionado, y agregó que la epidemia estacional de gripe supone un desafío con respecto a la capacidad de las autoridades para velar por el bienestar de los menores.
El 8 de diciembre la niña guatemalteca Jakelin Caal falleció en el hospital de El Paso, Texas, por causas aún no reveladas después de haber sido detenida junto a su padre tras cruzar ilegalmente la frontera desde México en la noche del 6 de diciembre.
Según el diario The Washington Post, que citó al CBP, la niña habría fallecido por “deshidratación y shock”. El caso de Jakelin generó una gran indignación en Estados Unidos y una delegación de congresistas que visitó las instalaciones donde estuvo detenida la niña denunciaron “fallos sistémicos” en el proceso y condiciones de higiene deplorables.
Tras la muerte de la niña, el Departamento de Seguridad Interior (DHS) anunció una investigación, cuyos resultados se presentarán al Congreso y serán públicos.
Los migrantes que huyen de la pobreza y la violencia de las maras en Honduras, Guatemala y El Salvador arriesgan su vida para llegar a Estados Unidos por los pasos de Nuevo México, Texas y Arizona.
Fuente: Ambito