En las primeras horas de su segunda gestión, el presidente republicano de Estados Unidos, Donald Trump, reafirmó la intención de subordinar a Latinoamérica a los intereses estadounidenses, tras mencionar el «destino manifiesto» de su país. “Ellos nos necesitan mucho más que nosotros a ellos. Nosotros no los necesitamos a ellos”, dijo en el Salón Oval, luego de firmar las primeras órdenes ejecutivas.
Las últimas declaraciones refuerzan la posición que adoptará el Gobierno de Trump en sus relaciones con los países de América Latina, que quedó plasmada en el discurso inaugural y que parece indicar la resurrección de la Doctrina Monroe y la explícita doctrina expansionista del «destino manifiesto», esta vez aplicada al espacio exterior con la voluntad de llegar a plantar bandera en Marte, de la mano de Elon Musk.
En su alocución, el presidente entrante insistió con recuperar el control del Canal de Panamá, advirtió que enviará el ejército a la frontera sur para repeler la inmigración ilegal, aseguró que declarará a los cárteles como “organizaciones terroristas extranjeras”, frenó la exclusión de Cuba de la lista negra de Estados patrocinadores del terrorismo y, de forma simbólica, cambiará el nombre del golfo de México por «golfo de América”.
Las primeras medidas de Trump hacia Latinoamérica: los casos ejemplificadores de México y Panamá
Aunque se presentó a sí mismo como un presidente que será recordado por ser «pacificador y unificador», Trump fue igualmente amenazador al prometer que va a «recuperar» el control del canal de Panamá que Estados Unidos le transfirió al país centroamericano en 1999. “Hemos sido tratados muy mal por este tonto regalo que nunca debió hacerse y Panamá rompió la promesa que nos hizo», dijo.
«El propósito de nuestro trato y el espíritu de nuestro tratado han sido totalmente violados. Los barcos americanos están siendo gravemente sobrecargados, cobrados y no tratados justamente de ninguna manera. Y eso incluye a la Marina de Estados Unidos y, sobre todo, China está operando el Canal de Panamá y nosotros no se lo dimos a China, se lo dimos a Panamá y lo estamos recuperando”, anunció Trump en el discurso de asunción.
La respuesta del presidente de Panamá, José Raúl Mulino, no se hizo esperar: “El canal es y seguirá siendo de Panamá». La vía de comunicación interoceánica está bajo administración panameña desde 1999, cuando entraron en vigencia los Tratados Torrijos-Carter firmados en 1977 entre ambos países. Sin embargo, Trump pretende deshacer esa decisión histórica y avanzar sobre la administración de Panamá, que defiende su gestión sobre el canal como “neutral” y como parte del ejercicio de su soberanía. Tras el discurso de Trump, centenares de manifestantes panameños se acercaron a protestar a la embajada estadounidense.
Por otro lado, la marcada hostilidad de Trump con México fue parte de su campaña y ahora toma forma en sus primeros anuncios como presidente. “Cambiaremos el nombre del Golfo de México por el de Golfo de América” sostuvo el republicano. Y agregó: “reinstauraremos mi política de permanecer en México. Pondré fin a la práctica de captura y liberación. Y enviaré tropas a la frontera sur para repeler la desastrosa invasión de nuestro país”
“Bajo las órdenes que he firmado hoy, también designaremos a los cárteles como organizaciones terroristas extranjeras. E invocando la ley de Enemigos Extranjeros de 1798 ordenaré a nuestro Gobierno que utilice todo el inmenso poder de las fuerzas del orden federales y estatales para eliminar la presencia de todas las bandas y redes criminales extranjeras», sostuvo.
El republicano comenzó a trabajar inmediatamente después de su juramentación con una serie de decretos destinados a reducir de forma drástica el número de migrantes que ingresan al país y a reforzar la seguridad fronteriza. «Primero, voy a declarar una emergencia nacional en nuestra frontera sur», con México, dijo en el Capitolio durante su primer discurso oficial.
«Se detendrá inmediatamente toda entrada ilegal y comenzaremos el proceso de devolución de millones y millones de extranjeros criminales a los lugares de donde proceden», agregó. Trump desactivó inmediatamente la aplicación móvil CPB One, mediante la cual se programaban las citas de asilo para las migraciones legales, y desató la desesperación y el llanto de cientas de personas en la frontera.
Esas declaraciones, que dañan el vínculo con el país limítrofe y ya habían sido realizadas antes de asumir. En ese entonces, la presidenta de Mexico, Claudia Sheinbaum, sobre cambiarle el nombre al golfo marítimo, le había respondido con ironía: “¿Por qué no le llamamos América mexicana? ¿Se oye bonito, no? ¿Verdad que sí? Desde 1607, la Constitución de Apatzingán era de América mexicana. Entonces vamos a llamarle América mexicana», propuso.
Además, Sheinbaum defendió los logros del CBP One y reiteró que México recibirá a sus ciudadanos deportados, sin mencionar cómo procederá frente a otros extranjeros expulsados de Estados Unidos, como venezolanos, colombianos y ecuatorianos. En su discurso de posesión, Trump anunció que restablecerá el programa «Quédate en México», mediante el cual los migrantes gestionaban sus solicitudes de asilo desde el país vecino. Pero para ello requiere el acuerdo de México, al que también amenaza con imponer aranceles.
Fuente: Perfil
