Por Santiago Tristany (*)
Se conoce hace bastante tiempo que las ciudades (urbes) son entornos poco saludables. A pesar de disponer de grandes centros de salud con profesionales altamente calificados, las personas enferman más que en otros lugares con menor densidad poblacional.
Se sabe que el ruido, el aire contaminado, las infecciones y las deficientes condiciones socio-económicas, incrementan el riesgo de desarrollar trastornos mentales. Inversamente, varios estudios han mostrado que cuanto más espacios verdes hay en un área local, es decir, espacios con vegetación natural (árboles, plantas, hierba, flores, pájaros), mayor es la cohesión social y se incrementa el nivel de actividad física de las personas, aumentando el desarrollo cognitivo de los niños. Todos estos factores tienen un impacto en la salud mental de las personas.
En una reciente publicación (1) sobre una investigación de la Universidad Aarhus de Dinamarca, se explica que los niños que crecen en entornos “verdes”, tienen un 55% menos de riesgo de desarrollar varios desórdenes mentales luego en la vida, enfatizando la necesidad de diseñar ciudades saludables con el objeto de mejorar la salud de la población urbana.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que 450 millones de seres humanos de la población mundial, sufre de algún desorden mental. Éste número se espera que crezca.
En la investigación se cruzó la información satelital (de los años 1985 a 2013) de la presencia de espacios verdes alrededor de las casas de un millón de niños daneses, con el riesgo de desarrollar algún trastorno mental de entre 16 diferentes, más tarde durante su vida.
Los investigadores afirman que con su estudio demuestran que el riesgo de desarrollar un desorden mental disminuye de modo directo en cuanto aumenta la probabilidad de haber crecido en un entorno verde. Cuanto mayor es la cantidad de naturaleza que nos rodea en la infancia, menor es el riesgo de desarrollar trastornos mentales en la adultez.
Este tipo de información no se limita a cuestiones estéticas que incumban exclusivamente a los arquitectos y urbanistas que diseñan ciudades. Son problemas extremadamente complejos de salud pública y de políticas públicas que pretendan mejorar la salud de la población.
Aumentar los espacios verdes urbanos permite ahorrar cuantiosas sumas del presupuesto, que actualmente deben ser destinadas a paliar los problemas de salud que desarrolla la población, en ciudades mal diseñadas y altamente insalubres. A esto se debe agregar que cuando las personas padecen trastornos mentales, baja la productividad por pedidos de licencia y tratamientos.
Muchas personas, especialmente en zonas pobres, consideran que los espacios verdes son peligrosos, que aumentan el riesgo de que jóvenes abandonen la escuela, que cometan delitos o que consuman drogas y alcohol y terminen dominando tales espacios y, que por tal motivo, es preferible construir escuelas o salas de primeros auxilios en tales “lugares disponibles”. Esto desencadena un gran debate a la hora de diseñar o de rediseñar una zona urbana, porque en ciertos contextos la experiencia es que los espacios verdes públicos empeoran la calidad de vida de los residentes (debido a delitos y drogas).
Por este motivo, no es solamente una prioridad aumentar los espacios naturales verdes, sino también minimizar la motivación para cometer delitos y minimizar la motivación para el consumo de drogas y bebidas alcohólicas entre los jóvenes, mejorando la educación para la salud y las opciones recreativas y de oportunidades en la vida para ellos.
Los niños y jóvenes necesitan crecer en entornos verdes, en entornos que les brinden oportunidades para comprender lo correcto y lo incorrecto, en entornos en los que se les brinden las herramientas para aprender a controlar sus conductas, en entornos en los que se les muestre que se les aprecia y se les ofrece un lugar en el mundo. Ésta es nuestra urgencia y estamos en momentos históricos en los que es posible hacer algo al respecto.
(*) Licenciado en Psicología
(1) Kristine Engermann, Carsten Bøcker Pedersen, Lars Arge, Constantinos Tsirogiannis, Preben Bo Mortensen, Jens-Christian Svenning. Residential Green space in childhood is associated with lower risk of psychiatric disorders from adolescence into adulthood. Proceedings of the National Academy of Sciences, 2019; 201807504 DOI:10.1073/pnas.1807504116