Escribe Leonardo Villafañe (Doctor en Derecho UCSF)
Va cayendo el manto sobre el año 2016 y el derecho como ciencia sumó a su arsenal de herramientas, novedosos instrumentos sustanciales y procesales que lo modificaron en sus fibras más íntimas y que le permite encarar mejor un futuro complejo.
Las vinculaciones del derecho con las demás ciencias será un tema recurrente: la medicina, las neurociencias, la tecnología, bioética, la psicología, la robótica, etc. Los efectos que se producen en cada área deberán estar regulados o al menos previstos por el orden normativo.
“El futuro ya llegó hace rato… no tengo adonde ir” decían Los Redondos en aquél magnífico tema “Todo un palo” y parece que es así. En toda su dimensión el futuro que se avisoraba en los tiempos aquellos del rock nacional llegó, pero con muchas diferencias respecto del ideal, y el derecho no es una isla, y mucho menos un paraíso.
Algunos juristas consideran que uno de los problemas mas severos con los que tiene que lidiar la ciencia jurídica es la alta tasa de exclusión. Pero no solo la referida al campo laboral (tal vez la más grave) sino la falta de “inclusión en el futuro”. Proyectos, esperanzas, utopías y objetivos hacen falta. La tasa de frustración es enorme y el nivel de soledad de la gente es aún mayor.
Las redes sociales que prometen conectarnos, en rigor, nos aislan, resultan autorreferenciales y no encontramos espacio para el encuentro real con gente “diferente”. Esto le hace mal a nuestro nivel de tolerancia a la frustración, pues solo nos encontramos en lugares comunes y con iguales.
El derecho aporta bastante a este sentimiento social. No ha podido avanzar en mecanismos de protección integral y oportuna para el ciudadano que efectiva y voluntariamente cumple las normas. Dicho en otras palabras: el sistema de premios y castigos no resulta eficaz.
Es muy sencillo y fácil incumplir, y muy complejo lograr el cumplimiento. Aquél que se sujeta a la norma no encuentra estímulo por ello y además, cuando es perjudicado, no logra satisfacción integral en el esquema de respuesta jurídica.
La velocidad de reacción no es adecuada, el alcance de la misma tampoco y la sensación de que no hay una tutela eficaz para aquellos que se ajustan a las normas parece justificada.
El derecho está en proceso de autocrítica e introspección reflexiva. En la búsqueda de remedios procesales que permitan a las víctimas de los ilícitos civiles obtener una reparación completa: los procesos urgentes, las simplificaciones en los procesos colectivos y de clases, la jerarquización de las justicias municipales, la protección a los sujetos tecnológicamente vulnerables, el acceso a la información y a la justicia, los mecanismos de protección ante situaciones de violencia son algunas herramientas a las que el derecho actual se está inclinando para atender el reclamo social de proteger a aquellos que se atan al orden público y al interés social.
La motivación por la ley deberá evolucionar en la “emoción por lo justo”, para dejar de lado la sensación de frustración que siente el ciudadano que cumple las normas sociales, constituye para nosotros un objetivo del derecho por y para un futuro más inclusivo.