Fidel Espinoza es socialista, presidente de la Cámara de Diputados de Chile, y dijo anteayer que le parecía «un poco provocativo» tratar el proyecto de ley de identidad de género
el próximo martes, el mismo día que el papa Francisco tiene previsto realizar actividades en Santiago. Ante la posibilidad de que se estancara el proyecto, laicos y liberales exigieron que el Congreso hiciera respetar su autonomía, mientras los conservadores adhirieron a la idea de Espinoza. La pelea fue muy dura.
Ayer, el proyecto comenzó a discutirse artículo por artículo en una comisión. Espinoza reconoció que se había equivocado en el adjetivo y la tensión bajó. Solo un poco, porque fuera de la política hay grupos de ciudadanos que pidieron reunirse con el Pontífice, y como no tendrán esa posibilidad, advirtieron que se manifestarán durante los recorridos y las actividades para llamar su atención. Eso también subió la alerta.
La Comisión Nacional para la visita del Papa reiteró, sin embargo, que no reaccionarán ante las protestas.
Mientras el Parlamento aprobaba el artículo que consagra la identidad de género como un derecho, en una pantalla del Paseo Ahumada, la peatonal más concurrida de Santiago, pasaron un mensaje de Jorge Bergoglio con un saludo para Chile y Perú, los dos países que visitará durante la semana próxima.
«Deseo mirarlos a los ojos, ver sus rostros y poder, entre todos, experimentar la cercanía de Dios, su ternura y misericordia que nos abraza y consuela», dijo y agregó: «Conozco la historia de sus países, fraguada con tesón y entrega. Deseo con ustedes dar gracias a Dios por la fe y el amor a Dios y a los hermanos más necesitados, especialmente por el amor que ustedes tienen hacia aquellos que están descartados de la sociedad. Esta cultura del descarte cada vez nos ha invadido más».
El mensaje de Francisco fue celebrado por la iglesia chilena, pero en la misma jornada recrudecieron las críticas de grupos como los «Laicos de Osorno», que se oponen al nombramiento como obispo de la región de un prelado al que acusan de encubrir casos de abuso sexual. A través de su vocero, Juan Carlos Claret, reiteraron que se manifestarán en todos los recorridos del papamóvil en Santiago.
Su protesta es contra el nombramiento en 2015 del obispo de Osorno, Juan Barros, al que se lo vincula con el sacerdote Fernando Karadima, suspendido de por vida del sacerdocio por abusos sexuales que cometió en la parroquia El Bosque, de Santiago.
Una de las víctimas de Karadima, el cirujano James Hamilton, escribió una carta al periódico The Clinic en la que cuestionó a las autoridades eclesiásticas y religiosas. «¿Por qué frente a la denuncia leal y confiada de víctimas ya debilitadas por el sufrimiento y la edad (?), la respuesta ha sido casi invariablemente la misma: negación, indiferencia, silencio y frialdad? (?) Señor Francisco, ¿por qué no nos recibes? ¿No nos crees?».
Otro escándalo que se destapó hace pocos días es el de la Congregación de los Hermanos Maristas, que admitió haber ocultado abusos de tipo sexual durante más de diez años en al menos dos colegios que administra la orden. Algunos de los casos datan de más de 40 años. El cardenal Ricardo Ezatti lamentó los posibles abusos, que ya están siendo investigados por la Justicia chilena, y dijo que «la verdad siempre nos hace libres».
El otro foco de tensión que preocupa a las autoridades, pero no a los organizadores del viaje apostólico, está en Temuco. Las comunidades mapuches que reclaman tierras ocupadas por la Iglesia Católica e incluso terrenos en los que el Papa oficiará una misa para 400.000 personas el 17 de enero, convocaron un día antes, en el cerro Ñielol, de Temuco, a una Conferencia Internacional de Pueblos Indígenas para tratar exclusivamente la visita de Francisco.
Después de Temuco, el mismo 17, Francisco regresará a Santiago para su encuentro con los jóvenes en el Templo Votivo, de Maipú. Esta fue ayer la última preocupación de la Iglesia Católica chilena, que admitió que la descarga de las 40.000 entradas gratis online estuvo «menos rápida» de lo que esperaban.
Presumen que puede ser por las vacaciones y el desinterés, y de mantenerse la escasa descarga, podrían abrir el rango de edad para que se integren nuevos públicos.