Daiana Carolina Cortés es la cara de la Fundación Ideas en Movimiento, con la que ha organizado distintos eventos tendientes a generar conciencia acerca del drama de las adicciones. Se la ha visto rodeada del actor Gastón Pauls o de leyendas del fútbol argentino que apoyan su mensaje motivacional y sus acciones. Ella reconoce que hubo mucho avance en el tratamiento de la temática, pero que la discriminación continúa siendo un obstáculo importante. También cuestionó que en Misiones no haya una coordinación efectiva entre las distintas instituciones abocadas a la problemática.
“En el 2006, la fundación empieza a sacarme del mundo de las drogas al que había caído en 2001. Mi entonces pareja fue fundamental. Me llevó dos años salir. Yo estaba en pareja con él, pero no le conté que era adicta, era muy difícil para mí reconocerlo”, recordó en una extensa charla con ENFOQUE.
Carolina confesó que “reconocés lo que te pasa cuando tocás fondo, cuando estás al borde de la muerte, cuando perdés a tu familia. Yo caí cuando veo a mi hija atada y toda golpeada. Ella tenía entonces cuatro años y medio. Entonces digo basta, una prima me lleva a vivir con ella. Uno pierde el amarse, mirarse. Yo me detestaba, me sentía sucia”.
Contó que “tenía 21 años cuando entré a las drogas. Fui víctima de violencia de género. Me encerraron 15 días y empecé a tomar alcohol. Luego encontré las pastillas. Mezclé eso y la sensación fue de relajación. No sentí más nada. Así empecé y no paré. Cada vez consumía más y más. En vez de tomar agua, consumía un vaso de vino a la mañana y estaba borracha ya al mediodía. Hay cuestiones que ni me acuerdo haberlo hecho”.
“Un bebé no nace adicto”
“Hay factores del entorno que tienen que ver con que una persona termine en el mundo de las drogas. Un bebé no nace drogadicto, nace sano. Vos vas marcando la vida de tu hijo de una forma buena o mala. A mí me marcaron”, reconoció con amargura.
Carolina es tajante al afirmar que ella no quiere marcar a sus hijos como sus padres lo hicieron con ella. “Hoy soy madre de la chica de 19 años y de un nene de 13, puedo decir que los estoy marcando para bien, los acompaño, los abrazo, les digo que los amo”.
Reflexionó que “la cura de las adicciones, al menos para mí, va a ser de por vida”. Apuntó que “el momento más hermoso de mi vida fue cuando mi hija me dijo: ‘No te odio, vamos para adelante, te amo’. Cuando ella tenía 8 años, yo ya había salido de las adicciones. Fui a una iglesia, donde estaban hablando del perdón. Ahí me quedó grabada la importancia de pedir perdón a la persona que considerás que lastimaste. Como había ido con mi hija, fue automático, la saqué afuera y le pedí perdón porque había sido una mala madre”.
“Ella fue mi ángel salvador. Le pedí que me ayudara a ser madre. Es muy valiente”, comentó de esa joven que hoy estudia en la Universidad de Buenos Aires.
“No vamos para ningún lado”
Carolina fue crítica de cómo se está encarando el tema de las adicciones. “Veo que no vamos para ningún lado, porque la adicción sigue creciendo. Siento que se quiere trabajar, que hay equipos, pero también muchos egos. Cada uno va por su lado y no hay trabajo en conjunto”, consideró.
“Con la Fundación fuimos los primeros en organizar un Congreso de Maestros para abordar el tema adicciones, también hicimos muchas charlas. Hace poco hicimos el Primer Foro Provincial en Adicciones. Creo que se puede trabajar mucho más, en prevención sobre todo. No hay que asustar a los chicos, sino alertarlos”, sostuvo.
Afirmó que “muchas veces los chicos no tienen con quién hablar. Es importante que los padres dialoguen, que les pregunten en la mesa cómo estuvo el día, qué hicieron, qué problemas tienen. Ahora mamá y papá no están en casa mucho tiempo, porque tienen que ir a trabajar. Los chicos se cocinan solos incluso. Pero cuando vuelvan a casa se tienen que tomar tiempo para comunicarse con sus hijos, para hacer una sobremesa, para saber qué les divierte, asusta o preocupa”.
“No dudes en creer en tu hijo. No escondamos lo que pasa. Los niños y jóvenes perdieron los sueños. Empiezan por el alcohol y luego siguen por otras drogas”, señaló.
Carolina aconsejó: “Hay que acompañar sus sueños y proyectos. Los padres deben involucrarse, aquellos que tienen hijos con problemas, pedir ayuda. Lo primero que deben hacer es reconocer que tienen un hijo drogadicto”.
Se mostró satisfecha de que “a través de la fundación logré salvar a muchos chicos. Traté de motivar. Pero siento aún mucha discriminación”.
“Esta pandemia fue terrible, porque no se podía hacer mucho. De estar en contacto con la gente de manera constante, otra vez el encierro”, reconoció y adelantó que está haciendo aportes para una normativa que contemple la problemática: “Está la Ley de Salud Mental, pero no una de Adicciones Específicas. Tiene que contemplar tratamiento rápido e internación. Además me gustaría que una vez que salgan de las adicciones, consigan trabajo”.
Reconoció que hay mucho por hacer aún. “El adicto no es aceptado, es la mugre de la sociedad. La palabra falopa a mí me molesta mucho. Le cuesta conseguir trabajo, insertarse”, remató. Como cuando ella veía todo oscuro, su idea es tenderles una mano y que de pronto sean muchas manos, las del resto de la comunidad. Ese es su sueño.