Luego de la turbulencia cambiaria, que llevó a que el dólar alcanzara niveles cercanos a los $29 y a que el Gobierno debiera eliminar las metas de inflación para este año, el Banco Central considera que «la inflación comienza a moderarse en julio y el tercer trimestre arroja un valor cercano al 2% mensual promedio». En su Informe de Política Monetaria, el organismo remarcó la «necesidad de mantener el actual sesgo contractivo de la política monetaria hasta que la trayectoria de la inflación esperada se alineen con la meta del 17% en diciembre de 2019».
La entidad que dirige Luis Caputo señaló, además, la necesidad de mantener una mayor estabilidad cambiaria, luego de la fuerte volatilidad registrada entre fines de abril y junio. En ese sentido, explicó que «la depreciación del peso en el segundo trimestre se produjo en el marco de un retiro de capitales de los países emergentes, profundizado en el caso de nuestro país por una situación de vulnerabilidad fundada en los déficits de cuenta corriente y fiscal existentes, y por una fuerte sequía que redujo las exportaciones del complejo sojero».
Esta situación llevó a que la autoridad monetaria elevara inicialmente la tasa de política monetaria al 40% y permitiera un aumento en la tasa de las Lebac en el mercado secundario. Además, se decidió acelerar el cronograma de reducción del déficit fiscal y recibió un apoyo de u$s56.500 millones del Fondo Monetario Internacional y otros organismos multilaterales, bajo la forma de un acuerdo del tipo stand by. En medio de estos sucesos, la inflación se aceleró en el segundo trimestre en relación al primero, alcanzando un promedio mensual del 2,8%, generado principalmente por el pass-through, el traslado a precios de la suba del tipo de cambio. «En efecto, el precio de los bienes creció un 4,6% mensual mientras que el de los servicios lo hizo en un 2,2%, reflejando el mayor carácter transable de los primeros», precisó el BCRA.
A partir de mediados de junio, «una nueva conducción del BCRA se enfocó en lograr un mayor control de los agregados monetarios, introduciendo aumentos en los requisitos de efectivo mínimo de las entidades financieras para reducir la liquidez del sistema», precisó el Central. También «se permitió un acomodamiento de tasas en el mercado secundario de Lebac consistente con la mayor astringencia monetaria», agregó. «La combinación de todas estas medidas finalmente logró traer una mayor calma en el mercado cambiario luego de varias semanas de fuerte inestabilidad», sostuvo. Y remarcó que «en la transición hasta alcanzar tasas de inflación de un dígito, el esquema de metas de inflación con la tasa de interés como único instrumento de política monetaria debe ser complementado por un seguimiento más atento» a dichos agregados.
Por el lado de la actividad económica, la sequía produjo una contracción del sector agropecuario muy significativa en el segundo trimestre, que llevará a una caída del PBI. En ese sentido, la autoridad monetaria sostuvo que «el patrón de las sequías anteriores (2009 y 2012) sugiere que en el tercer trimestre el nivel del producto agrícola debería volver al del primer trimestre de 2018, aportando positivamente al PBI». El escenario base del BCRA tiene a los sectores no agropecuarios mostrando una contracción en el tercer trimestre, producto del efecto ingreso de la mayor inflación, y al sector agropecuario compensando dicha caída.
El BCRA concluyó que «las decisiones de política monetaria deben reflejar una perspectiva de la autoridad monetaria acerca de la tendencia de la inflación más que de la reacción a los sucesos de alta frecuencia». En consecuencia, «definió pasar a una frecuencia mensual de definición de la tasa de política monetaria, manteniendo la posibilidad de operar en el mercado secundario de Lebac con el objetivo de reforzar la señal de política monetaria, cuando fuese necesario, entre decisiones de tasa de política», indicó.
Fuente: Ambito