Griselda Villalba tuvo la idea cuando se desempeñaba como profesora de Folklore en la Escuela 821 de Posadas. «¿Y si ponemos en marcha una empresa social?», se preguntaron ella y su marido Adrián. La idea floreció en los años duros de la pandemia y pudo cristalizarse en 2022. «Así nació el proyecto Arandú, un espacio donde se llevan adelante actividades educativas, culturales y recreativas a costos súper bajos para que toda la comunidad tenga posibilidades de acceder», resumió la docente en una charla conENFOQUEMisiones.
«Es un centro cultural, educativo, un lugar de reunión para el vecino. Las puertas están siempre abiertas», completó.
Griselda contó que la idea surgió cuando se dio cuenta de que en esa escuela «había muchísimo talento, los chicos tenían ganas de participar, de aprender. Entonces organicé varios eventos y pude conectar con ellos y cuando me fui, quedó como esa lucecita en mí, las ganas de seguir haciendo y de continuar convocándolos, porque ellos no tenían en esa zona un lugar donde poder desarrollarse, tanto en el área cultural como en el educativo». Se refiere al barrio Yacyretá y alrededores.
«En la escuela primaria de la zona no hay inglés y cuando los chicos tienen ese idioma en el secundario les cuesta muchísimo, entonces quedan como a la deriva. Fue lo primero que decidí sumar. Donde estamos ubicados, el corazón de la chacra 102, entre Zapiola y Aguado, hay una comunidad laosiana muy grande. Una chica descendiente de refugiados de ese país asiático es profesora de inglés. La queremos un montón. Es una profesional muy preparada y con ganas de devolverle a la comunidad lo que la vida le ha dado, las oportunidades de prepararse, estudiar y seguir desarrollándose. Ella se acercó al espacio y pudimos organizar las clases, que hoy es una de las más exitosas», detalló acerca del inicio.
Agregó que tienen «entre 30 y 40 alumnos, que para nosotros ya es una matrícula importante. Hay inglés, y pintura y dibujo, donde los chicos se divierten muchísimo».
Arandú funciona en una vivienda adaptada para recibir estudiantes. «En el fondo tenemos un hermoso árbol en donde los chicos a veces se sientan a pintar, a dibujar, la pasan bien, escuchan música. La profesora de Artes Plásticas Micaela Tamis es excelente».
Inclusión
Griselda remarca que el proyecto Arandú es inclusivo, por eso hay clases para niños y adultos. «Por eso tenemos ofertas como porcelana fría, tejido y danza árabe. En 2022, tuvimos ritmos latinos, pero este año vamos a tener Aerobox. Como ven, es variado. Somos entre 5 y 10 capacitadores».
El espacio funciona de lunes a viernes. En breve también retomarán las clases de apoyo, para distintas materias, incluida inglés. «Lo que ofrece Arandú es la posibilidad a docentes y profesionales de tener un espacio a bajo costo. Yo lo que hago es tercerizar el espacio, coordinar y administrar. Es una oportunidad para el profesional recién egresado. Con este lugar, económico, puede iniciar su experiencia laboral. Un ejemplo que siempre cito es el de un fisioterapeuta joven que empezó en el espacio. Hoy ya está a full en distintos lugares. Nos alegramos de haberle dado el empujón inicial para su carrera», señaló la profesora.
«La idea es justamente apoyar, acompañar, proyectar a aquellos que se inician. Y a su vez, como decimos, retroalimentar, brindar un servicio que le sirva a la comunidad. La oferta que brinda el Estado no da abasto y esto es una alternativa. A veces pasa que hay clases como las de inglés que son difíciles de solventar para las familias que tienen que mover a los chicos a largas distancias. Acá la clase está cruzando apenas una avenida. Y lo lindo es que se apropian del espacio», remarcó Griselda.
Arandú cuenta también con una biblioteca popular, que nació con las donaciones que recibía la profesora. Ese lugar entrañable de libros fue creciendo y este año hubo un aporte importante de material del Parque del Conocimiento. «La idea ahora es hacer talleres literarios para los chicos, lectura de cuentos y otras actividades abiertas a la comunidad», anticipó.
No dudó en afirmar que las ideas exitosas hay que replicarlas. Por eso puso a disposición su experiencia por si alguien quiere replicarla en otro punto de la ciudad o la provincia. Pero aclaró que no es sencillo. «Las cuotas que se cobran son muy bajas y un pequeño porcentaje queda para el mantenimiento del espacio. Eso habrá que ir ajustando con el tiempo. Hoy por hoy, la verdad, el que me ayuda a sostener todo esto es mi gran compañero de vida, Adrián, que apostó al proyecto, apostó por mí. Es muy importante para nosotros, no te voy a decir que es fácil, pero es hermoso, es mi lugar en el mundo», confesó y apuntó que le llena el alma encontrar clases tan llenas de amor, con docentes que cantan, bailan y comparten alguna comida o bebida con los chicos. O cuando alguna vecina o vecino le confiesa que le alegró la vida tomar un curso de arte decorativo, porque lo desenchufó de la dura realidad diaria.
Metas
Tiene muchas ideas Griselda. Anticipó que buscará como meta que el proyecto se autogestione. También afianzar lazos con otras instituciones y apostar por tareas solidarias. «Me encantaría que los chicos de Arandú y sus padres lleven servicios y actividades a lugares como hogares de menores, asilos de ancianos o algún hospital. Eso me parece súper importante porque hace a la formación integral del niño y su entorno», se ilusionó.
«La tecnología es muy importante, acorta distancias, pero también avanza tan rápido que no le da el tiempo al niño en su área cognitiva, en su desarrollo, a terminar de hacer ciertas cosas que son básicas, como la lectura, la interpretación o la expresión, expresión oral, corporal», consideró y marcó como objetivo potenciar ese fortalecimiento cognitivo.
Griselda aseguró que el sueño se volvió realidad y disparó otros sueños. E invitó a quienes quieran compartirlos a contactarse con ella al 376-470-2675, vía WhatsApp: «Me dejan el mensaje, no importa la hora. Les contesto y oriento. También pueden contactarse por Instagram o Facebook».