Para el Defensor del Pueblo de Posadas, Alberto Penayo, “el desafío que tiene la política en los nuevos tiempos es romper con la burocracia. No va más la lógica del funcionario intocable. La respuesta tiene que ser ya”.
Asegura que la Defensoría ha generado empatía con el vecino, que entendió que se trata de una herramienta para hacer valer sus derechos constitucionales.
“El 2021 tiene un significado muy especial, como para todo organismo público, porque la normalidad ha modificado la realidad no sólo de las instituciones, sino de la comunidad en su conjunto. Acá se da un factor interesante que es cómo reclamo y cómo obtengo la respuesta. No es un tema sencillo y es algo en lo que hemos trabajado mucho. Encontramos un excelente aliado en la tecnología”, sostuvo en una charla con ENFOQUE.
Contó que desde la dependencia generaron “un mecanismo para que los reclamos se hagan online, que haya una certificación por los mismos. Que podamos tomar ese reclamo e iniciar el proceso. Para eso tuvimos que ordenar el sistema”.
Penayo precisó que “hay varias etapas que llevamos adelante. Una vez que la demanda está hecha, receptada, se tienen que convocar a las personas. Lo que hicimos fue acotar el margen en la cantidad y organizar reuniones en espacios abiertos de la ciudad, manteniendo las distancias y haciendo cumplir los protocolos”.
Consideró que tienen que seguir buscando que “los distintos organismos entiendan que no se trata de responderle al Defensor, sino al vecino. No dejamos de ser una bisagra entre el Estado y el vecino para intentar hacer a las partes con mecanismos eficientes”.
Restauración de procesos
Aclaró que apuntan a la “la restauración de procesos. La definición no es expedientes, sino procesos restaurativos. Hay situaciones de ausencia de red de agua potable que motivaron demandas que se iniciaron hace muchos años. Pasaron distintas administraciones y no hubo solución. Hablo de la dictadura y luego gobiernos democráticos y el problema persiste, la solución no llegó. Esto pasa en barrios cercanos al centro y también en vecindarios ubicados a 20 kilómetros”.
“Trabajar con procesos restaurativos implica un doble esfuerzo. Tenés que tomar un hecho histórico y traerlo al siglo XXI. A nivel mundial estamos hablando del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Es decir, Argentina se comprometió a que en 2030 todos sus ciudadanos deben acceder a agua segura y saneamiento”, explicó.
Apuntó que “en Posadas hay 88 asentamientos que no tienen resuelto el problema de agua, tampoco vecindarios tradicionales. La prestataria del servicio de aguas y cloacas, a 21 años de haberse iniciado su labor, apenas llegó a cubrir el 30% de los usuarios con cloacas. Debería estar arriba del 70%. Y está lejos de contar con más del 95% de la población con red de agua potable, tal como lo establece el contrato”.
El Defensor admitió que “también hay mucho para hacer en cuanto a urbanización de asentamientos y regularización dominial. Son temas centrales. Posadas debe ser arreglada de abajo para arriba, primero red de agua potable, cloacas. Hay mucho para hacer una ciudad metropolitana”.
Empatía con el vecino
Penayo comentó que “el debate que yo di cuando llegué a la Defensoría, a fines de 2017, y durante todo el 2018, fue sobre la concientización de la utilidad y el origen de la institución. Recorrí escuelas y colegios e hice reuniones con distintos organismos”.
“En el inicio notaba una relación ambigua con la realidad. Ni la Defensoría había hecho pie ni la comunidad confiaba en ella, la sociedad no la aceptaba. Trabajamos mucho para lograr empatía, que exista confianza con nosotros. Buscamos el discurso correcto, sustentado en las acciones”, afirmó y remarcó que “fuimos muy incisivos. La coyuntura del contexto me puso a prueba desde un primer momento”.
A esta altura, en este 2021, concluyó Penayo: “La gente empezó a tomar conciencia de que se trata de una herramienta que defiende garantías constitucionales, fundamentalmente los servicios públicos y esenciales”.