Miguel Sedoff lleva tres décadas trabajando en educación. Desde que se recibió de abogado tras abandonar su Oberá natal, abrazó ese camino. Y mal no le ha ido. Recorrió buena parte de América Latina tratando distintos temas vinculados con la temática y desde hace cuatro años retornó a Misiones para abocarse a la innovación educativa. Bajo su supervisión nacieron dos iniciativas que buscan generar cambios profundos: la Plataforma Guacurarí y la Escuela Secundaria de Innovación.
“Innovación es ir por un camino por donde nadie fue o hacer algo que otro hizo, pero de una manera diferente”, es lo primero que explicó en una extensa charla con ENFOQUE.
Empezó por su historia. “Apenas me recibí de abogado empecé a trabajar en una institución educativa y me especialicé en Derecho de la Educación. Hace 30 años que trabajo con instituciones educativas, en formación, asesorándolas, en gestión escolar para directivos. Tuve un portal llamado Gestionprivada.com, un sitio de educación que trabajaba con escuelas de todo el país, tanto públicas como privadas. Después la vendimos a una editorial llamada Educaria, de Chile”, resumió.
Agregó que publicó “libros de educación y siempre estuve relacionado con las nuevas tecnologías. Me especialicé en Derecho de Internet y nuevas tecnologías. Entonces como que la confluencia entre educación, nuevas tecnologías e innovación educativa fue fluyendo, hasta que hace unos años se contactó conmigo el ingeniero Carlos Rovira. En ese momento me encontraba trabajando fuera de la provincia. Me propuso trabajar en Misiones con innovación educativa, con una idea que tenía sobre aplicar la metodología de la Khan Academy, basada en Flipped Learning, pero sólo con el uso de videos. Entonces tomamos esas ideas de las academias Khan y creamos la plataforma Guacurarí”.
La tecnología como herramienta
Se enganchó con la propuesta porque “Carlos Rovira planteó que quería innovar desde el punto de vista de lo metodológico, no sólo de lo tecnológico. Yo siempre digo que la educación no mejora simplemente por la tecnología. No hay una correlación entre más tecnología y mejor educación. La tecnología es una herramienta, que, bien usada, mejora la calidad educativa. Pero mal usada es inocua o contraproducente, produce frustración. Entonces hay que saber usarla”.
Aclaró que “nada es posible si no hay un cambio general. Lo que planteamos desde la plataforma Guacurarí fue pensar en la creación una cultura de innovación educativa. Eso implica pensar que es posible mejorar la educación, tomando en cuenta la existencia de nuevas tecnologías, como conectividad, dispositivos, velocidad, etc, pero también un cambio hacia adentro de las prácticas escolares, de aprendizaje. Esto también implica que el docente tenga una formación que le permita explotar esas herramientas y que los estudiantes tengan de la escuela una respuesta diferente. Y que los padres consideren que el Estado les está dando algo diferente a lo que están recibiendo desde hace 100 años”.
Guacurarí es un programa de innovación educativa que tiene tres ejes. El primero es la conectividad, con una plataforma de apoyatura a la presencialidad. Sirve para que los docentes tengan ahí los contenidos para trabajar con Flipped Learning. El segundo eje es la formación docente. Y el tercero es producción de contenido digital.
“Eisntein decía: ‘No esperes resultados diferentes si estás haciendo lo mismo’. La idea nuestra de la diferencia era apostar a que es posible crear con recursos humanos y tecnológicos e ideas propias una cultura de innovación educativa. Esa cultura no puede ser nunca impuesta de arriba hacia abajo, sino con una motivación intrínseca”, explicó Sedoff.
Recordó que en los inicios trabajaron con los docentes en crear “una relación de confianza. Y la única forma era escuchándolos y desde un papel de humildad, avanzar. Fuimos a las escuelas, les contamos lo que queríamos hacer, los escuchamos y les pedimos que nos acompañaran. Armamos ateneos didácticos y encuentros pedagógicos. Así fuimos con nuestro equipos a distintas localidades, dos o tres veces, y de a poquito se fueron armando los polos de interés con los early adopters, es decir, los que primero adoptan la innovación”.
Se trató de un verdadero trabajo de hormiga. “Fuimos generando una red de contactos, que nos permitió de a poco ir instalando la idea de que el Flipped Learning es posible en Misiones, lo mismo que otras metodologías activas de educación, y que los padres pueden participar en la educación de los hijos”, detalló.
Sin escapar a la realidad
Para Sedoff, “no hay que escaparle a las dificultades que pueda plantear la realidad, pero tampoco ampararse en esa realidad para no hacer nada. Nunca vas a tener todas las condiciones ideales para ningún proyecto, pero hay que avanzar. Por eso hicimos ese trabajo silencioso”.
Apuntó que “en el Primer Congreso de Flipperd Learning de Puerto Iguazú, participaron 1650 personas, de ocho países. Evidentemente había mucho interés de gente que nos había escuchado. Y este año lo volvimos a hacer, en esta ocasión en el Parque del Conocimiento, en Posadas, y hubo 2500 personas. Son números impresionantes”.
Admitió que “tenemos buenos resultados con el trabajo en la plataforma. Por ejemplo, la EPET 3 de Oberá, la EPET 1 de Posadas, el Janssen, hay establecimientos en Iguazú, en Jardín América y en Colonia Aurora. Allí hacen Flipp. Y si funciona, por qué no extenderlo”.
“A los chicos les gustan las metodologías activas de aprendizaje. Sienten que tienen otro tiempo, otra capacidad de trabajo, que escuchan de otra manera. Se aplica mucho el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP), porque es una forma de que los alumnos se sientan atraídos en la escuela”, aseguró.
Para el abogado, “actualmente la escuela tradicional aburre. Hay un 50% de abandono escolar en el país. Cada 5 minutos un chico abandona la secundaria”.
Sedoff pidió situarse en el contexto global: “El mundo cambió hace cinco años. La única herramienta para cambiar la sociedad es la educación, no hay otra. Cuando una persona tiene educación puede desarrollarse como persona, como ciudadano. Una sociedad educada es mejor, los intercambios que se dan en su interior son diferentes, tienen otros contextos, otros contenidos”.
Flexibilidad para innovar
Con orgullo, comentó que “cuando en el exterior uno cuenta lo que sucede en Misiones, se sorprenden. Dentro de la educación disruptiva están: la plataforma Guacurarí, la conexión con Marandú, la Escuela de Robótica, la Ley de Educación Emocional y la Escuela de Innovación. Todo esto es la innovación, en un marco que es la educación, que está fuertemente normada, regulada. La Ley de Educación Disruptiva permite la flexibilidad para innovar”.
A lo largo de la tarea que vienen desarrollando notaron que “los chicos tienen carencias para desempeñarse en sociedad. Apuntamos a habilidades como la comunicación, colaboración, pensamiento crítico. A los estudiantes les cuesta interactuar, tolerar una crítica, procesar una sugerencia, tampoco trabajar en equipo”.
Sedoff contó que la Secundaria de Innovación vendría a ser la síntesis de lo hecho en materia disruptiva en Misiones. “Es el resultado de muchos años de trabajo. Se empezó con el Conectar Igualdad. Misiones fue una de las provincias donde más netbook se entregaron. Luego vino el Aula Samsung de la Legislatura. Después la Escuela de Robótica. La Escuela de Innovación es la síntesis de todo lo que se hizo. Y lo interesante es que es algo propio, no pensado para otro lugar, sino bien misionero. Es un modelo educativo propio. Aquí hay muchísimo talento. No podemos ser tan negocios de no potenciar nuestro capital humano”, consideró.
La calificó como “una escuela única en el país. Es pública, secundaria con un modelo educativo propio, es replicable y posible. La idea es que cualquier secundaria de la provincia pueda tomar el diseño curricular de la Escuela de Innovación y la pueda usar, de acuerdo con su contexto”.
Y dio otras características que la diferencian de las otras instituciones educativas: “No hay pizarrones, porque con el pizarrón ya estás generando un espacio premeditadamente ordenado. Porque todos van a estar sentados mirando el pizarrón. Y lo que se busca es que el espacio no tenga centro. El 70% de los chicos que asiste estaba prácticamente fuera del sistema y se los reintrodujo. Se trabaja con parejas pedagógicas, es decir los docentes dan clases de a dos, integrando las áreas”.
El camino de la innovación está marcado. Sedoff sostuvo que hay que profundizarlo y que Misiones marcha hacia un modelo donde convivan una plataforma pública (Guacurarí), una “agencia de innovación” (Escuela de Robótica) y el aporte de otras instituciones, públicas y privadas. “Es un modelo híbrido, hacia allí vamos. Somos productores y consumidores de aprendizaje”, anticipó.