“Crecimos en líneas de desarrollo, además de productos hoy ofrecemos servicios y transferimos tecnología”. Así sintetizó el presente de la Biofábrica Misiones el gerente de la empresa estatal misionera, el ingeniero José Cabral.
“En diciembre de 2004 se presenta el proyecto, en 2005 empieza la obra y empezamos la capacitación para formar al grupo de especialistas. En 2006 se inaugura y se empieza a trabajar. En 2008 se conforma jurídicamente la empresa. Y nosotros mantenemos el vínculo con el equipo de lo que era el Instituto de Biotecnología de la Universidad Central de las Villas de Cuba”, resumió el profesional.
Dijo que esa relación con los expertos del país caribeño “nos permitió acortar el proceso para el desarrollo de transferencia de tecnologías de los sectores de mayor desarrollo de la Argentina a las provincias periféricas”.
“Nuestro vínculo con Cuba surge de la capacidad que tienen ellos de generar conocimiento y también de aplicarlo, rápidamente. Ese esquema nos cerraba: pagar ciertos desarrollos, transferirlos y luego nosotros empezar un camino de innovación local para aplicarlo a cuestiones más regionales”, explicó.
La Biofábrica explora distintas líneas y se posiciona a nivel nacional e internacional. “Estamos en la elite nacional en lo que se refiere a la biotecnología”, reiteró Cabral, mientras mostraba cómo ha crecido el sector de laboratorios y también los viveros en el predio que la empresa tiene en la zona de Miguel Lanús, al lado del campus de la Universidad Nacional de Misiones.
“Hasta 2015 teníamos un sistema de producción lineal. Hacíamos la vitroplanta, de ahí al vivero, donde se multiplicaban. En 2010 certificamos normas ISO”, indicó Cabral.
El gerente de la empresa misionera instalada en Posadas sostuvo que “la biotecnología está generando un cambio productivo muy importante. Y Misiones transfiere tecnología a otros lugares”.
Reconoció que la Biofábrica empezó con la premisa de “pocas especies, mucha cantidad. Pero la propia diversidad de Misiones hizo que viráramos a mucha variedad poca cantidad”.
Cabral contó que en los últimos cuatro años se ha abierto el espectro hacia otras actividades. Mencionó a la producción de laboratorios portables, que hacen en sociedad con un industrial. El producto se llama Phytolab. “El industrial arma el traile y nosotros capacitamos a los especialistas y ponemos la tecnología”, precisó.
Hasta el momento, ya vendieron tres laboratorios móviles, computarizados y equipados con tecnología de punta: uno a Córdoba, otro a Formosa y el tercero a una universidad de Buenos Aires. Hay distintos modelos, algunos son para producir y otros para ser utilizados como escuela. El valor promedio es de unos 330 mil dólares.
La Biofábrica desarrolla para el NOA (Salta y Jujuy) plantas de frutos tropicales, como bananos, ananás y mamones. Y para Córdoba, plantines de eucaliptus, algarrobos, álamos y sauces.
Bioinsumos
Asimismo, explicó el ingeniero, están abocados al desarrollo de bioinsumos: hongos que controlan hongos e insectos y microinsectos que controlan insectos.
Dijo que apuntan a “reducir químicos en la producción de alimentos”. Apuntó que sólo en el sector tabacalero, por ejemplo, anualmente se gastan 300 millones de pesos en químicos. Y que mismo monto invierten los forestales en 12 meses para controlar las hormigas.
Cabral detalló cómo se trabaja con el bioinsumo. “El hongo patógeno y el benéfico son colocados en un mismo lugar y vas viendo cómo uno vence al otro, ocupa el espacio y lo termina matando. Luego lo sembrás en un sustrato adecuado”, señaló.
El hongo benéfico es el Tricoderma. Lo consideran el funguicida ecológico.
“El hongo se inyecta con agua al sustrato, él ocupa toda una bolsa. En un proceso de tres o cuatro semanas. Luego se pasa a las cámaras de secado, donde se deshidrata el producto. Se saca el sustrato y queda el hongo en un estado latente. Viene el filtrado y queda sólo el hongo para ser fraccionado. Y luego se le entrega al productor, que para utilizarlo tiene que diluirlo en agua”, precisó el ingeniero Cabral.
“Este funguicida ataca a los otros hongos que generan podredumbre de raíces. Se hace aplicación foliar también”, añadió.
Dijo que se trabaja para llevar soluciones al sector hortícola, donde los hongos dañinos atacan las raíces de las plantas, al tabacalero, donde hay insectos y hongos que afecta a las hojas, y también al yerbatero, donde el llamado Mal de la Tela ya generó daños en unas 500 hectáreas de producción del Norte provincial.
El sector destinado a los bioinsumos tendrá una capacidad inicial de 5 toneladas anuales de fertilizantes, insecticidas y fungicidas que será extendida a 15 toneladas, lo que dará una capacidad para manejar unas 15 mil hectáreas.
“Provincia sana”
El día en que inauguró el laboratorio destinado a ese producto, el vicegobernador Oscar Herrera Ahuad (gobernador electo de Misiones) destacó que la iniciativa apuntaba a “seguir siendo una provincia sana, de cuidado, de protección a la vida, al medio ambiente, sin perder de vista nuestra producción, nuestro crecimiento, el desarrollo. Tenemos el privilegio, gracias al esfuerzo de los misioneros, de tener la fuente de biodiversidad más importante de la región y eso cuesta mucho mantener, hoy vale más una hectárea de cultivo en la que se utilizan agroquímicos que una hectárea de selva”.
“Con una visión estratégica, el conductor de nuestro espacio político y Gobernador en ese tiempo, el ingeniero Carlos Rovira, puso a disposición de la humanidad este emprendimiento, no solo de los misioneros y argentinos, de todos los que quieran venir a ayudar, acompañar y aprender de cómo se cuida la naturaleza, como se protege nuestra agricultura familiar”, indicó.
Herrera Ahuad consideró ese día como “trascendental, para lo que buscamos siempre como Provincia, ser sana, de cuidado y protección a la vida, lo transferimos a la protección de nuestros cultivos , con un control biológico, es a lo que apunta el mundo, exigiendo a nuestra sociedad, hoy tenemos el privilegio y por decisión política con mucho esfuerzo del pueblo misionero teniendo la fuente más grande de biodiversidad y eso cuesta mucho mantenerlo es el cuidado del árbol que nos da oxígeno y vida”.
Por el Amazonas
En agosto, la Biofábrica lanzó el proyecto #MisionesxAmazonas #MisionesxMisiones, por medio del cual, durante el mes septiembre, regala 50 mil árboles nativos para que cada familia misionera plante un árbol en el predio en el que vive, con el fin de ayudar a disminuir el efecto generado por los incendios forestales en la región del Amazonas (mayoritariamente en Brasil).
Se entregarán diez especies: lapachos amarillos, lapachos negros, guayubiras, cedros, timbó, lluvia de oro, mora, carova, ubajay, incienso y caña fístula.
“Lanzamos esta campaña para la comunidad ya que está preocupada por los incendios en el Amazonas, porque influyen en la liberación del dióxido de carbono al ambiente, cambios en la temperatura y modificación de lluvias”, explicó Cabral en el lanzamiento.
El ingeniero dijo que “vamos a darles tips para que planten bien y las cuiden. Con respecto a la cantidad de plantas que se pueden retirar, es una por familia”.
Dijo que la entrega “va a durar todo el mes de septiembre, incluso con más fuerza en la Feria Forestal. Es el mejor mes para plantar, ya que luego vienen temporadas de mucho calor”.
Trabajo con la Fundación San Ramón
Con la Fundación San Ramón, la Biofábrica viene trabajando desde el año pasado con el objetivo de que los alumnos puedan replicar el modelo con sus familias o comenzar un emprendimiento de actividad productiva comercial.
Las capacitaciones consisten en encuentros teóricos-prácticos en los cuales se desarrollan y transfieren conocimientos y herramientas técnicas para que adquieran habilidades que les permitan llevar adelante su propia huerta. Por tal motivo, se profundiza en temas como preparación de sustrato, siembra, trasplante, riego, prevención de plagas y enfermedades, entre muchos otros.
Artículo publicado en la edición N° 49 de Revista ENFOQUE