Escribe Maximiliano Acosta (Periodista)
40 años no se cumplen todos los días. El festejo fue casi una obligación por el merecimiento propio de haber estado vigente durante mucho tiempo en una disciplina que tuvo en los últimos años un crecimiento extraordinario en Misiones, incluso con varios campeones mundiales. La referencia es para el Sahyum Nim (VIII Dan), Carlos Méndez, quien comenzó en 1979 con la enseñanza del Taekwon-Do ITF en la Tierra Colorada, siendo uno de los pioneros en la actividad. El lugar elegido para la celebración fue el Polideportivo del Instituto Santa María -en la ciudad de Posadas-, donde se realizó el Open (será cada cinco años) que llevó su nombre y al cual acudieron más de mil personas, entre ellos varios alumnos de distintas academias de todo el país y de Paraguay, además de ex pupilos que arribaron desde Canadá, ni más ni menos. “Fue muy emocionante al ver tanta gente y no pude decir todo lo que quería decir, ya que es difícil por el contexto. Estuvieron todos, también el gobernador Hugo Passalacqua, quien por primera vez fue a un torneo de éstas características y para nosotros fue importante porque quiere decir que nos tiene en cuenta. Fue una gran fiesta, también para los que le gusta competir”, declaró Méndez en un jugoso mano a mano que tuvo con ENFOQUE, en el cual tocó varios temas interesantes que engloban a su arte marcial pero que van más allá de lo estrictamente deportivo.
“En el certamen pude expresar dos cosas: primero pedir disculpas por los chicos que perdimos en la vida, que serán el 1%, los cuales se fueron a lugares más peligrosos y no los pudimos contener; y segundo agradecí a mis instructores, a la Federación, a mis alumnos y a las personas anónimas que trabajan ad honorem por este deporte”, resaltó el también director de la Academia Internacional de Taekwon-Do, que funciona en la calle Santa Fé 285.
Rememorando sus logros en estas cuatro décadas liderando la actividad, reconoció que ha organizado varios eventos importantes en la provincia: “Por ejemplo tuvimos la suerte de traer en 1988 al fundador del Taekwon-Do, el General Choi Hong Hi, quien solo daba clases en capitales de países, pero nosotros logramos que viniera a Posadas. También trajimos al equipo nacional de Corea, que era especialista en exhibición, y que se presentó en el Teatro Español. Asimismo fuimos anfitriones de varios torneos nacionales, llevamos chicos a Suiza y Canadá de intercambio y siempre, gracias a la ayuda del Gobierno provincial y de los padres, enviamos a deportistas a competir en torneos mundiales, muchas veces con podios que nos llenaron de orgullo”, subrayó Méndez en una breve recorrida por el tiempo, en la cual quedó plasmado su compromiso con la actividad. En ese sentido no se olvidó del siempre vigente en la memoria de todos, Eugenio ‘León’ Seró: “El 50 % de lo que es el Taekwon-Do lo debemos a él. En el año 1984 nos llamó a todos los practicantes de artes marciales y nos dijo que estábamos haciendo las cosas mal. Nos enseñó, a través de un curso de dos años en el Instituto Montoya, educación física y pedagogía infantil. A mi particularmente me dijo que tenía que tratar a los niños como niños y no como soldados. Y tuvo la razón”.
Los tiempos difíciles y su pasión imparable
En otro tramo del ida y vuelta, Carlos también recordó las épocas de crisis económica, tal cual está afrontado el país por estos días, y su tarea a la hora de dar “una mano” a los padres que no podían hacer frente a la cuota en la Academia. “Todos los padres que pidieron ayuda, todos tuvieron respuestas y sus hijos fueron becados. Tuvimos un programa que se llamó “Niños de la calle”, con el cual trajimos a entrenar a unos cincuenta niños, de los cuales rescatamos a cinco que hoy son instructores”, manifestó. En la misma línea remarcó que “ahora estamos haciendo un programa con las distintas municipalidades de la provincia, que consiste en que las propias comunas le brinden un salario a nuestros instructores y éstos den clases gratuitas a la comunidad. De ahí seguramente saldrán los futuros instructores, ya que pudimos ver un nivel muy alto en los alumnos que generalmente vienen de potreros”.
Aquellos tiempos fueron realmente difíciles para la disciplina pero el crecimiento nunca se cortó. “Muchas veces tuvimos que sacar dinero de donde no teníamos. Fue complicado, pero nunca aflojamos y siempre la seguimos luchando”, agregó.
El placer de trabajar de lo que uno ama
En los tiempos que corren trabajar de lo que uno realmente ama es casi una utopía. Según los datos del INDEC la tasa de desempleo en el segundo trimestre de este año trepó al 10,6% de la población y afecta a más de 2 millones de personas. Por lo tanto, la combinación entre laburo-pasión en Argentina es un lujo, tal vez para muy pocos. En ese sector minoritario se puede incluir a los instructores de Taekwon-Do. “Las profesiones tradicionales como contaduría y abogacía tienen una matrícula muy alta: más de 4 mil o 5 mil personas que tienen ese título. Mientras que en el caso de nuestro deporte la matrícula es mínima, ya que está en 208. De todas maneras, de haber más instructores, todos tendrían trabajo hoy en día. Tanto las escuelas, las municipalidades y algunos barrios, nos están pidiendo para que enseñemos, pero no podemos porque no tenemos más instructores”, contó el maestro, que además es contador.
Y siguió: “En un primer momento las escuelas nos rechazaban porque decían que era sinónimo de violencia y después se dieron cuenta que una persona que practica un arte marcial es mucho más tranquila y sabe medir su agresividad. En el caso del Taekwon-Do los principios son universales: Cortesía, Integridad, Perseverancia, Autocontrol y Espíritu Indómito. Eso se puede aplicar en cualquier ámbito de la vida”.
Volviendo a los méritos conseguidos en estos 40 años dijo que “en estos momentos hay una Federación y 10 Asociaciones en la provincia, entonces es como que cada instructor principal tiene su casa y su ámbito para desarrollar plenamente todas las cosas que quiere. Ese espacio que le dimos a través de la Federación hizo que crezca más la disciplina”, detalló el posadeño, quien también fue muy sincero al decir que “nuestro mayor mérito fue lograr que el 99% de nuestros alumnos sean personas buenas, que estudian y que lograron llegar a los 25 años sin entrar en los vicios de las drogas. Ese 1% es algo que me duele”.
A la hora de poner la mirada a futuro, el padre de Matías y Tomás (también taekwondistas), y de las mellizas Irina y Chelsea, indicó: “No pienso hasta cuando seguiré, pero mientras tenga fuerza continuaré enseñando. Para mí es un placer enseñar. La felicidad de los niños te contagia realmente”.
Para finalizar el misionero dejó un concepto claro, haciendo una analogía entre el deporte y la vida. “Lo que más sirve en el arte marcial es que el verdadero golpe no viene de una pelea, sino de la vida. Y lo que te da el Taekwon-Do son herramientas para soportar esos golpes”.
Artículo publicado en la edición N° 51 de Revista ENFOQUE