Escribe Maximiliano Acosta
El entrenamiento en la pista de atletismo del Complejo Polideportivo Ian Barney de Oberá ya finalizó. Es mitad de semana. El menú para la cena fue un guiso de arroz con verduras, acompañado de pescado y una ensalada de tomate, palta, pepino y perejil, plato que él mismo cocinó, siempre respetando su plan de alimentación para deportistas de alto rendimiento. La rutina diaria ha culminado. ¿Fue dura? Seguro que sí, aunque no menos que trabajar en la tarefa. “Durante cuatro años viví la dura experiencia en los yerbales, estando de campamento por días, semanas o quincenas. No tenía un plan a futuro sin estudio, sin buena educación, con malos ejemplos. Estaba en constante peligro”, recordó (fruta de por medio) el campeón Nacional U23 de Cross Country, Agustín Da Silva, quien hoy puede asegurar que aquel pesar le sirvió para valorar cada uno de sus logros actuales. El obereño, de 21 años, charló con ENFOQUE antes de apoyar su cabeza en la almohada y reveló su experiencia, digna de ser contada para aquellos que no poseen esperanza.
“Mientras no estudiaba, trabajaba en la cosecha de yerba mate. Mi único objetivo era lograr hacer 1.000 kilos solo en el día, aunque para ese logro tenía que trabajar mucho, arriesgando mi salud y mi futuro, sin saber que había algo mejor, sin saber que en ese lugar podría lastimarme al levantar un raido de 70, 80, 90 o 100 kilos en la espalda todos los días”, contó Agustín, resaltando que, pese a que sus padres son especiales (sufren problemas de salud mental) y nunca pudieron aconsejarlo, siempre lo apoyaron y le brindaron la fortaleza necesaria para salir adelante en cada decisión.
Con la vida que llevaba, aun siendo tan chico, priorizó la tarefa por sobre el estudio. “Abandoné la primaria muy pronto, cursaba el cuarto grado con 10 años, pero gracias a dios pude terminar adelantado en la escuela para adultos con 15 años”, rememoró. Para su vuelta a la educación escolar tuvo mucho que ver una maestra que le brindó la oportunidad de acelerar las etapas para ponerse al día, con la única condición que se alejara del trabajo en los yerbales.
De correr descalzo y sin remera, a ser el más rápido
“En 2015 estaba cursando el primer año en el colegio secundario cuando un profesor de educación física nos hizo llegar la invitación para participar en atletismo en los Juegos Nacionales Evita. Recordé que a los 9 años participé en pruebas de pistas de 1.200 metros, corriendo descalzo y sin remera. Entonces me fui a la pista del Polideportivo y comencé a entrenar para los intercolegiales, zonales, provinciales y nacionales. Si bien no clasifiqué para el nacional, motivado y animado por los profes de la escuela de atletismo, me quedé porque quería ser mejor persona, tener un futuro mejor, aprender cosas buenas, viajar a otras localidades, terminar el colegio y seguir estudiando. Siempre fui consciente que quería algo mejor para mí y para mi familia. Me di cuenta que tenía que trabajar mucho si quería correr y para ello decidí buscar las posibilidades, entrenar e intentar ganar algunas carreras en pista y calle”, reconoció el deportista.
“Mis primeros pasos en el atletismo fueron duros, incluso perdí carreras por llegar sin fuerzas, sin vitaminas necesarias por la mala alimentación que tenía como base. Pero pude expresar mis ganas de salir adelante al acercarme a una frutería y verdulería a pedir ayuda para mejorar mi alimentación a cambio de publicidad y lo conseguí. Siempre recibí ayuda de alguien. Hoy cuento con el apoyo fundamental de muchas personas, amigos, el Ministerio de Deportes de la provincia, el municipio de Oberá, sponsors, la guía de entrenamientos del entrerriano Martín Méndez, todo para mantenerme y mejorar el nivel”, agradeció con la humildad de alguien que entiende a la perfección lo que es el sacrificio.
“Con tan solo ocho meses de trabajo duro, en 2015 fui a correr por primera vez a un nivel Nacional, en la pista del CENARD en Buenos Aires, donde corrí los 3.000 metros con un tiempo de 9 minutos y 6 segundos (9’06»), fue récord provincial en categoría menores (U18) y ahí me di cuenta que podía correr bien”, destacó el joven de la Capital del Monte, quien a su vez volvió el tiempo atrás para trasladarse a su primera carrera de calle: “Fue en Puerto Rico, en el 95ª aniversario de la ciudad. Allí participé en los 5 kilómetros, recuerdo que ese día antes de largar estaba con mucha ganas de correr y salí primero”.
Sus ganas y pasión por el atletismo hicieron que su crecimiento sea extraordinario. Tal es así que en 2017 se convirtió en el campeón Nacional U20 de Cross Country, título que repetiría en 2018 y también en 2019 (U23). “Después de mucho esfuerzo se dio la posibilidad de ganar. Trabajé de manera constante y con mucho esfuerzo, no fue nada fácil”, manifestó el misionero que también es el número ‘Uno’ en los 5.000 metros en pista, logro que consiguió recientemente en el Campeonato Argentino disputado en Rosario (Santa Fe).
El estudio y su sueño mundial
“Me gustaría tener la posibilidad de representar al país en un Campeonato Mundial de Atletismo, ya sea en Cross Country, Pista o en Maratón (calle). Esto significa mucho trabajo, no es fácil, hay que hacer bien las cosas, nada es de un día para otro, muchas veces es necesario saber esperar y trabajar a diario”, subrayó Da Silva, que reconoció que se siente muy feliz de poder llevar una vida sana, aprendiendo, esforzándose, tratando de ser un ejemplo para los más jóvenes y para muchos en general.
“Estoy orgulloso de ser misionero, feliz de poder tener esta posibilidad de representar a mi provincia, a mi tierra colorada. Hoy entreno todos los días para mejorar, ayudar a mi familia y representar a Misiones en los Nacionales”, lanzó. Y añadió: “El atletismo además de aportar grandes beneficios para la salud es también una escuela de valores, es una forma de comparar una vida buena y sana. Para mí el atletismo competitivo significa que con trabajo y dedicación se puede salir adelante y lograr los objetivos”.
En cuanto a su día a día relató que “por la mañana suelo trotar tres veces por semanas antes de ir a la facultad, donde estudio y por la tarde entreno todos los días”. En ese sentido, se focalizó en su vida universitaria: “Hoy tengo la posibilidad de estudiar la carrera de Kinesiología y Fisiatría en la Universidad Gastón Dáchary, en Oberá, donde estoy becado. Estudiar y entrenar es mi trabajo. Saco del día un tiempo siempre para entrenarme”, narró ‘Agus’.
“Me preparo actualmente para correr la maratón del Inmigrante que se realizará el 8 de septiembre, y luego voy a estar en Buenos Aires en la Copa Nacional de Clubes categoría Mayores en las pruebas de 1.500 y 5.000 metros en pista”, anticipó.
Para finalizar se refirió a sus metas a corto plazo. “En lo deportivo dentro de cinco años más me gustaría estar corriendo mejor, a un mejor ritmo, representando mejor a la provincia y si hay posibilidades al país en Sudamericanos de Atletismo”. Un campeón ejemplar.
Artículo publicado en la edición N° 49 de Revista ENFOQUE